El arte de la asertividad. Cómo mejorar nuestra comunicación con los demás en el trabajo
“Comunicar” es mucho más que trasmitir información; significa "poner en común o compartir” opiniones, necesidades y sentimientos con los demás. Lo que implica que, además de saber expresarnos correctamente, debemos aprender a escuchar y a ponernos en el lugar del otro.
El trabajo es un medio social en el que debemos relacionarnos constantemente con otras personas. Ya sean éstas compañeros de trabajo o personas ajenas a la empresa, como clientes o usuarios, pueden surgir tensiones de relación que pongan a prueba nuestra capacidad para hacerles frente. Estas capacidades o “habilidades sociales” guardan una estrecha relación con el correcto control de las emociones, la asertividad, la capacidad de escucha y la empatía. Un desajuste en alguna de estas habilidades puede convertirse en una fuente de conflicto con los demás.
La asertividad es el arte de expresar nuestras necesidades y opiniones sin ofender a los demás. En cambio, las personas no asertivas suelen pecar, por exceso o por defecto, de un estilo agresivo o sumiso que les lleva a generar conflictos con los demás, tener una baja autoestima y a no lograr sus objetivos. Las personas asertivas se expresan de forma franca y directa pero sin imponer su criterio, y utilizan un lenguaje corporal relajado, un tono de voz firme y un espacio interpersonal adecuado. La importancia de la expresión corporal es tal que, cuando lo que verbalizamos y lo que transmite nuestro cuerpo es incoherente, los demás tienden a otorgar más credibilidad a nuestra comunicación no verbal que a lo que decimos.
Las personas asertivas son también, por definición, empáticas; es decir, son capaces de ponerse en el lugar del otro, por lo que son más comprensivos con sus opiniones o necesidades. Además, saben escuchar atentamente, no sólo lo que los otros dicen, sino también lo que expresa su lenguaje corporal, para captar su estado emocional y sus intenciones. Desarrollando la capacidad de escuchar no sólo comprendemos mejor a los demás, sino que enviamos un mensaje positivo a quien nos habla, al demostrarle que le escuchamos y que nos interesa lo que nos cuenta.
El control de las emociones también juega un papel crucial en el proceso de comunicación, se trata de saber reconocer las emociones que estamos experimentando en situaciones de tensión y tener recursos para gestionarlas correctamente.
Para potenciar estas habilidades sociales y mejorar la comunicación con los demás, ten en cuenta los siguientes consejos:
- Ten un buen concepto de ti mismo. Reconoce y toma en serio tus propias necesidades.
- Prepárate lo que tengas que decir con antelación. Esto produce confianza y seguridad.
- Aprende a tolerar las críticas y a defender tu postura sin irritarte. Vigila los tonos de voz y tus expresiones corporales al hablar.
- Expresa correctamente tus sentimientos. Puedes decir cómo te sientes sin necesidad de herir a los demás.
- Aprende a decir “No” cuando sea necesario.
- Evita el discurso del “Tú”: “Tú deberías…”,”Tú haces que me enfade” o “Tú estás equivocado”. Culpabilizar al otro de lo que le ocurre a uno puede generar agresividad (e incluso a veces puede ser injusto).
- Siempre es mejor hablar desde el “Yo”: deja claro que lo que expresas son tus opiniones y en ningún caso una imposición de la “realidad”. Es mejor decir “esta es mi opinión” que “las cosas son así, esta es la verdad…”.
- Evita etiquetar o juzgar a los demás. Es mejor ser descriptivo y limitarse a hablar en términos de lo que los otros hacen (acciones concretas), no de lo que son. Pregúntale al otro: "¿Qué está pasando?” y no “¿Qué problema tienes? ¿Qué te pasa?".
- No abuses de las expresiones: “Nunca”, “Siempre”, ”Todo” o “Nada”. No ayudan a ser concreto ni constructivo: “Todo lo haces mal”, “Nunca llegas a tiempo…"
- Deja que los demás se expliquen, pregunta lo que no te quede claro y escucha atentamente. Sé educado y toma en consideración los puntos de vista de los demás.
- No des tú la solución prematuramente. Expresa tu necesidad y busca conjuntamente una solución: “¿Cómo podemos solucionarlo?” “¿Qué necesitas para…?”
- Acepta la derrota con elegancia. Si aceptas la situación cortésmente tras una discusión, ganarás el respeto de los demás.
- Guarda las disculpas para cuando sean necesarias.
- No recurras a las amenazas. Una afirmación tranquila de las cosas es mucho más eficaz.
- Expresa tu satisfacción por haber hablado con la otra persona.
Y ahora, pongámonos a prueba: ¿Cómo le diríamos a un compañero lo siguiente utilizando las recomendaciones dadas?
Comunicación no asertiva: Juan, ¿qué problema tienes con la información que te pedí? ¡Nunca me la entregas cuando toca! ¿Tanto tiempo necesitas para terminar tu parte? ¡Si lo tuyo en una mañana está hecho! Deberías darte más prisa porque esto tiene que salir para finales de mes.
Comunicación asertiva: Juan, necesito entregar el informe el último día de mes. Cuando tú me pasas tu parte en “tal” día del mes, por ejemplo el mes pasado me lo diste el día “tal”, yo me angustio porque no puedo entregar mi parte a tiempo y tengo que quedarme en la oficina toda la tarde para terminarlo. ¿Hay algún problema con tu parte? ¿Qué podemos hacer para coordinarnos mejor?
En conclusión, comunicar es compartir ideas, opiniones y emociones. Si queremos realmente conectar con los demás debemos prestarles toda nuestra atención y adaptar nuestros mensajes para ser sensibles también con sus necesidades.
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La asertividad es el arte de expresar nuestras necesidades y opiniones sin ofender a los demás. En cambio, las personas no asertivas suelen pecar, por exceso o por defecto, de un estilo agresivo o sumiso que les lleva a generar conflictos con los demás, tener una baja autoestima y a no lograr sus objetivos. Las personas asertivas se expresan de forma franca y directa pero sin imponer su criterio, y utilizan un lenguaje corporal relajado, un tono de voz firme y un espacio interpersonal adecuado. La importancia de la expresión corporal es tal que, cuando lo que verbalizamos y lo que transmite nuestro cuerpo es incoherente, los demás tienden a otorgar más credibilidad a nuestra comunicación no verbal que a lo que decimos.
Las personas asertivas son también, por definición, empáticas; es decir, son capaces de ponerse en el lugar del otro, por lo que son más comprensivos con sus opiniones o necesidades. Además, saben escuchar atentamente, no sólo lo que los otros dicen, sino también lo que expresa su lenguaje corporal, para captar su estado emocional y sus intenciones. Desarrollando la capacidad de escuchar no sólo comprendemos mejor a los demás, sino que enviamos un mensaje positivo a quien nos habla, al demostrarle que le escuchamos y que nos interesa lo que nos cuenta.
El control de las emociones también juega un papel crucial en el proceso de comunicación, se trata de saber reconocer las emociones que estamos experimentando en situaciones de tensión y tener recursos para gestionarlas correctamente.
Para potenciar estas habilidades sociales y mejorar la comunicación con los demás, ten en cuenta los siguientes consejos:
- Ten un buen concepto de ti mismo. Reconoce y toma en serio tus propias necesidades.
- Prepárate lo que tengas que decir con antelación. Esto produce confianza y seguridad.
- Aprende a tolerar las críticas y a defender tu postura sin irritarte. Vigila los tonos de voz y tus expresiones corporales al hablar.
- Expresa correctamente tus sentimientos. Puedes decir cómo te sientes sin necesidad de herir a los demás.
- Aprende a decir “No” cuando sea necesario.
- Evita el discurso del “Tú”: “Tú deberías…”,”Tú haces que me enfade” o “Tú estás equivocado”. Culpabilizar al otro de lo que le ocurre a uno puede generar agresividad (e incluso a veces puede ser injusto).
- Siempre es mejor hablar desde el “Yo”: deja claro que lo que expresas son tus opiniones y en ningún caso una imposición de la “realidad”. Es mejor decir “esta es mi opinión” que “las cosas son así, esta es la verdad…”.
- Evita etiquetar o juzgar a los demás. Es mejor ser descriptivo y limitarse a hablar en términos de lo que los otros hacen (acciones concretas), no de lo que son. Pregúntale al otro: "¿Qué está pasando?” y no “¿Qué problema tienes? ¿Qué te pasa?".
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