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Oscar Garcia e Imma Marín: experiencias con el poder del juego

Oscar Garcia e Imma Marín: experiencias con el poder del juegoSiempre que nos convocan a un evento en el que se hable de gamificación, nos aparece una sonrisa en el rostro, se disparan nuestras expectativas y hacemos lo posible por asistir. Es lo que tiene el juego, nos mueve a la acción, nos motiva y nos ilusiona. Y esto es lo que sucedió en el 2º Espacio Factor Humà del pasado mes de octubre, a raíz de las intervenciones de Oscar García, Socio de Cookie Box, y de Imma Marín, Directora de Marinva.

(Vídeo en catalán)

"La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño."
F. Nietzsche en "Más allá del bien y del mal"

Siempre que nos convocan a un acto, una conferencia, un seminario… sobre el juego (gamificación), nos aparece una sonrisa en el rostro, se disparan nuestras expectativas y hacemos lo posible por asistir. Es lo que tiene el juego, nos mueve a la acción, nos motiva y nos ilusiona.

Y esto es lo que sucedió en el 2º Espacio Factor Humà del pasado mes de octubre sobre Talentos Híbridos, a raíz de las intervenciones de Oscar García, Socio de Cookie Box,  y de Imma Marín, Directora de Marinva.

Oscar comienza su charla lanzándonos un beso, un “motivador intrínseco”, nos dice, importantísimo para meterse al público en el bolsillo, como cuando en un concierto el músico menciona el nombre de la ciudad en la que actúa. Las personas deseamos, buscamos “motivadores intrínsecos” y los encontramos en el juego.

Sin embargo, a la que nos hacemos adultos, nos dicen que jugar es perder el tiempo, lo mismo que ahora en muchas organizaciones nos dicen que entrar en Facebook es perder el tiempo.

Afirma Oscar García que hablar de juego es hacerlo de estética y arte, de buenas historias y sólo un poquito de tecnología. La narración es la base del juego y cita a Joseph Campbell y su “El viaje del héroe” como esqueleto o plantilla de muchas de las buenas historias que subyacen detrás de los videojuegos y de muchas películas. La tecnología no es más que el medio, mientras que la historia es lo que hace funcionar el juego.

Comenta que poner a correr a alguien detrás de una zanahoria no es gamificar. Para que exista “juego” no basta con poner un anzuelo, el jugador debe poseer el mando, decidir qué hacer, al modo de los libros que le regaló a Oscar su madre cuando tenía once años que contenían guiones “no lineales”. Se llamaban “Elige tu propia aventura”  y el lector debía escoger entre varios caminos a seguir, y que consiguieron que a través del juego Oscar se aficionara a la lectura.

Y es que el juego está asociado al placer, al júbilo, a la felicidad, a la superación de un obstáculo o un reto y que esa experiencia nos proporcione lo que ha venido a llamarse “epic win”,  esa sensación genial y sorprendente de triunfo, de ser el ganador. Y podemos ser “ganadores” si podemos compartir, decidir, ganar, mejorar el mundo…

Y en contextos de empresa el juego ayudará a desarrollar trabajadores felices en entornos memorables.

“La gamificación es muy seria pero nada aburrida”, concluye Oscar García.

A continuación Imma Marín nos invita a definir qué entendemos por juego en un ejercicio de rememoración que nos lleva hasta nuestra infancia en la que jugar era vivir.

Recuerdos, emociones, palabras que resumen qué es el juego para nosotros van apareciendo en la sala y podrían resumirse en aquello que nos constituye como humanos: somos seres sociales.

El juego se desarrolla en la ficción pero nos mueve en el mundo real, por eso nos lo tomamos tan en serio. Es una actividad libre, no puede ser impuesto, entrar en el juego es una decisión individual. Es una actividad placentera, pero se trata de un placer que no está ligado a la inactividad sino al esfuerzo, al desafío, al reto. La diversión es un beneficio colateral del juego, una consecuencia, pero el objetivo es mantener de forma sostenida un esfuerzo. Es consustancial al juego la gratuidad de forma que si aparece una finalidad oculta, como por ejemplo que incremente mi productividad en el trabajo, el juego desaparece. El jugador no espera otro beneficio que el propio placer de jugar (de nuevo la motivación intrínseca).

Imma nos hace distinguir entre ‘PLAY’ y ‘GAME’ tal como hace la lengua inglesa y afirma que el ‘GAME’ (juego) sin el ‘PLAY’ (jugar), no existe. “PLAY” traduce una actitud vital que nos permite convertir cualquier cosa en un juego.

Es importante desarrollar nuestra capacidad lúdica porque nos permite desarrollar más defensas frente a la frustración, nos hace más creativos, más humanos, más sociables. Los espacios de juego, en el trabajo, en formación, en cualquier situación, son espacios donde es posible equivocarse, donde no seré juzgado, donde puedo volverlo a intentar y por diferentes caminos, son entornos que permiten la creatividad.

“El juego es algo muy serio”, coincide Imma con Óscar.

Definido lo que significa para Imma Marín el juego, nos invita a jugar. Se trata del tradicional juego del pulso chino que consiste en intentar atrapar el pulgar del adversario juntando las manos y dejando los dos pulgares hacia arriba. En un momento toda la sala enlaza sus manos con dos compañeros de forma que se crea una auténtica red de batalla de pulsos. La gente grita, se ríe, disfruta del juego.

Reflexionando sobre el juego que se ha desarrollado en la sala, parece claro que el cambio fundamental que se ha producido tiene que ver con la energía que se respira después: la gente ha reído, se ha relacionado, se ha relajado y desinhibido…

Finaliza Imma enumerando los doce poderes del juego que se inician con la “curiosidad” que es el motor del aprendizaje y que va enumerando: nos propone retos, nos hace aceptar reglas, desarrolla nuestra creatividad, crea complicidad y vínculos, nos hace salir de nuestra zona de confort, nos proporciona satisfacción, facilita nuestro compromiso, incrementa nuestra autoestima, desarrolla nuestra empatía, nos acostumbra a la incertidumbre, nos otorga optimismo y nos ayuda en la toma de decisiones.

El juego es un gran disparador de emociones que nos conectan, sin emoción no hay vínculo y sin emoción no hay aprendizaje, concluye Imma, que cierra su intervención describiendo el círculo virtuoso del juego: con el juego hemos compartido conocimiento que ha mejorado nuestro clima, hemos mejorado nuestra comunicación y hemos creado confianza.

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(Vídeo en catalán)

"La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño."
F. Nietzsche en "Más allá del bien y del mal"

Siempre que nos convocan a un acto, una conferencia, un seminario… sobre el juego (gamificación), nos aparece una sonrisa en el rostro, se disparan nuestras expectativas y hacemos lo posible por asistir. Es lo que tiene el juego, nos mueve a la acción, nos motiva y nos ilusiona.

Y esto es lo que sucedió en el 2º Espacio Factor Humà del pasado mes de octubre sobre Talentos Híbridos, a raíz de las intervenciones de Oscar García, Socio de Cookie Box,  y de Imma Marín, Directora de Marinva.

Oscar comienza su charla lanzándonos un beso, un “motivador intrínseco”, nos dice, importantísimo para meterse al público en el bolsillo, como cuando en un concierto el músico menciona el nombre de la ciudad en la que actúa. Las personas deseamos, buscamos “motivadores intrínsecos” y los encontramos en el juego.

Sin embargo, a la que nos hacemos adultos, nos dicen que jugar es perder el tiempo, lo mismo que ahora en muchas organizaciones nos dicen que entrar en Facebook es perder el tiempo.

Afirma Oscar García que hablar de juego es hacerlo de estética y arte, de buenas historias y sólo un poquito de tecnología. La narración es la base del juego y cita a Joseph Campbell y su “El viaje del héroe” como esqueleto o plantilla de muchas de las buenas historias que subyacen detrás de los videojuegos y de muchas películas. La tecnología no es más que el medio, mientras que la historia es lo que hace funcionar el juego.

Comenta que poner a correr a alguien detrás de una zanahoria no es gamificar. Para que exista “juego” no basta con poner un anzuelo, el jugador debe poseer el mando, decidir qué hacer, al modo de los libros que le regaló a Oscar su madre cuando tenía once años que contenían guiones “no lineales”. Se llamaban “Elige tu propia aventura”  y el lector debía escoger entre varios caminos a seguir, y que consiguieron que a través del juego Oscar se aficionara a la lectura.

Y es que el juego está asociado al placer, al júbilo, a la felicidad, a la superación de un obstáculo o un reto y que esa experiencia nos proporcione lo que ha venido a llamarse “epic win”,  esa sensación genial y sorprendente de triunfo, de ser el ganador. Y podemos ser “ganadores” si podemos compartir, decidir, ganar, mejorar el mundo…

Y en contextos de empresa el juego ayudará a desarrollar trabajadores felices en entornos memorables.

“La gamificación es muy seria pero nada aburrida”, concluye Oscar García.

A continuación Imma Marín nos invita a definir qué entendemos por juego en un ejercicio de rememoración que nos lleva hasta nuestra infancia en la que jugar era vivir.

Recuerdos, emociones, palabras que resumen qué es el juego para nosotros van apareciendo en la sala y podrían resumirse en aquello que nos constituye como humanos: somos seres sociales.

El juego se desarrolla en la ficción pero nos mueve en el mundo real, por eso nos lo tomamos tan en serio. Es una actividad libre, no puede ser impuesto, entrar en el juego es una decisión individual. Es una actividad placentera, pero se trata de un placer que no está ligado a la inactividad sino al esfuerzo, al desafío, al reto. La diversión es un beneficio colateral del juego, una consecuencia, pero el objetivo es mantener de forma sostenida un esfuerzo. Es consustancial al juego la gratuidad de forma que si aparece una finalidad oculta, como por ejemplo que incremente mi productividad en el trabajo, el juego desaparece. El jugador no espera otro beneficio que el propio placer de jugar (de nuevo la motivación intrínseca).

Imma nos hace distinguir entre ‘PLAY’ y ‘GAME’ tal como hace la lengua inglesa y afirma que el ‘GAME’ (juego) sin el ‘PLAY’ (jugar), no existe. “PLAY” traduce una actitud vital que nos permite convertir cualquier cosa en un juego.

Es importante desarrollar nuestra capacidad lúdica porque nos permite desarrollar más defensas frente a la frustración, nos hace más creativos, más humanos, más sociables. Los espacios de juego, en el trabajo, en formación, en cualquier situación, son espacios donde es posible equivocarse, donde no seré juzgado, donde puedo volverlo a intentar y por diferentes caminos, son entornos que permiten la creatividad.

“El juego es algo muy serio”, coincide Imma con Óscar.

Definido lo que significa para Imma Marín el juego, nos invita a jugar. Se trata del tradicional juego del pulso chino que consiste en intentar atrapar el pulgar del adversario juntando las manos y dejando los dos pulgares hacia arriba. En un momento toda la sala enlaza sus manos con dos compañeros de forma que se crea una auténtica red de batalla de pulsos. La gente grita, se ríe, disfruta del juego.

Reflexionando sobre el juego que se ha desarrollado en la sala, parece claro que el cambio fundamental que se ha producido tiene que ver con la energía que se respira después: la gente ha reído, se ha relacionado, se ha relajado y desinhibido…

Finaliza Imma enumerando los doce poderes del juego que se inician con la “curiosidad” que es el motor del aprendizaje y que va enumerando: nos propone retos, nos hace aceptar reglas, desarrolla nuestra creatividad, crea complicidad y vínculos, nos hace salir de nuestra zona de confort, nos proporciona satisfacción, facilita nuestro compromiso, incrementa nuestra autoestima, desarrolla nuestra empatía, nos acostumbra a la incertidumbre, nos otorga optimismo y nos ayuda en la toma de decisiones.

El juego es un gran disparador de emociones que nos conectan, sin emoción no hay vínculo y sin emoción no hay aprendizaje, concluye Imma, que cierra su intervención describiendo el círculo virtuoso del juego: con el juego hemos compartido conocimiento que ha mejorado nuestro clima, hemos mejorado nuestra comunicación y hemos creado confianza.

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