Diviérteles, emociónales o sorpréndeles, y si puedes serles útil mejor
¿Cómo conseguir transmitir conocimientos, enseñar habilidades o simplemente comunicar información a las personas participantes en una formación, en un mundo donde la atención dura lo que un vídeo de YouTube? Pues yo les hago reír. En cada una de las acciones que realizo incluyo actividades, recursos o interacciones que deriven en una sonrisa, una risa y algunas veces una carcajada. Para que sean de máxima eficacia, dichas acciones deben estar imbricadas en la temática que se esté tratando.
Alguien dijo que vivimos inmersos en la economía de la atención. Que lo realmente difícil en el acelerado mundo que nos rodea es que alguien te preste más de los dos minutos de atención que dura un vídeo de YouTube. La pregunta que inmediatamente se plantea es cómo conseguir transmitir conocimientos, enseñar habilidades o simplemente comunicar información en un mundo así. Cómo hacer que una formación consiga sus objetivos si los participantes tienen el umbral de atención disminuido, por decir algo. Muchos expertos creen que el aula está a punto de desaparecer como recurso formativo; que lo virtual, lo que lleva una “e” como prefijo, los grupos de pares, las redes, acabarán con el aula. Siempre lo nuevo parece mejor, pero la televisión no acabó con la radio, ni el e-book ha finiquitado el libro impreso, así que, en mi opinión, el aula cambiará (y mucho, pero este es otro tema) pero permanecerá.
Volviendo a la atención, supongo que todo aquel que se dedique a estos temas tendrá su respuesta. Yo les hago reír. A lo largo de mi trayectoria profesional he impartido y dinamizado formación para adultos –cada vez que escribo formación para adultos siento un ligero escalofrío, como si estuviera hablando de algo prohibido–, principalmente lo que se da en llamar “habilidades directivas”; así cada año imparto unas quinientas horas de formación, conferencias, seminarios, talleres y otras variantes. En cada una de las acciones que realizo incluyo actividades, recursos o interacciones que deriven en una sonrisa, una risa y algunas veces una carcajada. Para que sean de máxima eficacia, dichas acciones deben estar imbricadas en la temática que se esté tratando.
La risa tiene una cantidad extraordinaria de beneficios, te hace sentir mejor (libera endorfinas), aporta oxígeno al cerebro, lo cual siempre va bien, disminuye la presión arterial, refuerza el sistema inmunológico y, muy importante, hace que se creen vínculos entre los participantes. Además parece que alarga la vida, o al menos así se deduce de un famoso TED.
Si usted tiene una velocidad lectora normal ha tardado un minuto en llegar a este párrafo, por lo que, con suerte, me queda un minuto de su atención a menos que utilice otro de los instrumentos más eficaces: la sorpresa.
La sorpresa es difícil. Un video sorprendente se quema en poco tiempo. Una imagen, un nuevo concepto, un descubrimiento; todo el mundo ya sabe que es VUCA, STEM y ha visto al gorila, aún son pocas las personas que conocen el Neuregulin 1 y su relación con la creatividad y menos son conocedores de…, bueno da igual, las redes sociales son inmisericordes y si es bueno, sorprendente y/o divertido pronto será inútil como recurso formativo. Estamos inmersos en una competición constante para encontrar cosas que sorprendan a los participantes, pero por suerte nos quedan otros medios.
Mi penúltimo comodín es la cultura popular. Utilizar aquellos ítems que les son familiares para vincularlos a nuevos aprendizajes. En la actualidad estamos más familiarizados con Spiderman que con Kant, así que si hablamos del poder y del deber mejor citar a Stan Lee que relacionar la temática con gente más sesuda. “El puente de los espías” ilustra perfectamente un curso de Negociación, los protagonistas de “Star Wars” son ideales para ejemplificar algunas cuestiones del Cambio, “El señor de los anillos” da para multitud de ítems y seguro que leyendo esto al lector se le ocurren gran cantidad de ejemplos.
Y aún nos queda el recurso más potente: la emoción.
“He llorado de emoción y de risa, más no puedo pedir” me dijo una participante hace poco al acabar un curso. La emoción es el arma de destrucción masiva de la formación, si algo emociona se te graba. En mi opinión se ha de utilizar con cuentagotas, al menos yo soy pudoroso y sólo la uso en determinadas ocasiones y muy, muy vinculada a lo que estemos trabajando.
Y ya estamos acabando, han pasado un poco más de dos minutos y he hecho un par de trampas. He colocado en el texto un par de disparadores de la curiosidad, estimo que en formato escrito habrá funcionado en uno de cada diez lectores. ¿Un TED que muestra como la sonrisa alarga la vida? ¿Neuregulin 1? Los he puesto para mostrar el arma secreta definitiva: la curiosidad. A la participante que me dijo que había llorado de emoción y de risa le pregunté: "¿Y has aprendido algo?" "Alguna cosa", dijo sonriendo, pero lo más importante son las ganas que me llevo de seguir aprendiendo de este tema.
Así que diviérteles, emociónales o sorpréndeles y por encima de todo indúceles a ser curiosos, así ten por seguro que les serás útil.
Si alguien siente curiosidad y no encuentra por su cuenta los links correspondientes a algunas de las ideas mencionadas en este post, que nos mande un e-mail a (
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Alguien dijo que vivimos inmersos en la economía de la atención. Que lo realmente difícil en el acelerado mundo que nos rodea es que alguien te preste más de los dos minutos de atención que dura un vídeo de YouTube. La pregunta que inmediatamente se plantea es cómo conseguir transmitir conocimientos, enseñar habilidades o simplemente comunicar información en un mundo así. Cómo hacer que una formación consiga sus objetivos si los participantes tienen el umbral de atención disminuido, por decir algo. Muchos expertos creen que el aula está a punto de desaparecer como recurso formativo; que lo virtual, lo que lleva una “e” como prefijo, los grupos de pares, las redes, acabarán con el aula. Siempre lo nuevo parece mejor, pero la televisión no acabó con la radio, ni el e-book ha finiquitado el libro impreso, así que, en mi opinión, el aula cambiará (y mucho, pero este es otro tema) pero permanecerá.
Volviendo a la atención, supongo que todo aquel que se dedique a estos temas tendrá su respuesta. Yo les hago reír. A lo largo de mi trayectoria profesional he impartido y dinamizado formación para adultos –cada vez que escribo formación para adultos siento un ligero escalofrío, como si estuviera hablando de algo prohibido–, principalmente lo que se da en llamar “habilidades directivas”; así cada año imparto unas quinientas horas de formación, conferencias, seminarios, talleres y otras variantes. En cada una de las acciones que realizo incluyo actividades, recursos o interacciones que deriven en una sonrisa, una risa y algunas veces una carcajada. Para que sean de máxima eficacia, dichas acciones deben estar imbricadas en la temática que se esté tratando.
La risa tiene una cantidad extraordinaria de beneficios, te hace sentir mejor (libera endorfinas), aporta oxígeno al cerebro, lo cual siempre va bien, disminuye la presión arterial, refuerza el sistema inmunológico y, muy importante, hace que se creen vínculos entre los participantes. Además parece que alarga la vida, o al menos así se deduce de un famoso TED.
Si usted tiene una velocidad lectora normal ha tardado un minuto en llegar a este párrafo, por lo que, con suerte, me queda un minuto de su atención a menos que utilice otro de los instrumentos más eficaces: la sorpresa.
La sorpresa es difícil. Un video sorprendente se quema en poco tiempo. Una imagen, un nuevo concepto, un descubrimiento; todo el mundo ya sabe que es VUCA, STEM y ha visto al gorila, aún son pocas las personas que conocen el Neuregulin 1 y su relación con la creatividad y menos son conocedores de…, bueno da igual, las redes sociales son inmisericordes y si es bueno, sorprendente y/o divertido pronto será inútil como recurso formativo. Estamos inmersos en una competición constante para encontrar cosas que sorprendan a los participantes, pero por suerte nos quedan otros medios.
Mi penúltimo comodín es la cultura popular. Utilizar aquellos ítems que les son familiares para vincularlos a nuevos aprendizajes. En la actualidad estamos más familiarizados con Spiderman que con Kant, así que si hablamos del poder y del deber mejor citar a Stan Lee que relacionar la temática con gente más sesuda. “El puente de los espías” ilustra perfectamente un curso de Negociación, los protagonistas de “Star Wars” son ideales para ejemplificar algunas cuestiones del Cambio, “El señor de los anillos” da para multitud de ítems y seguro que leyendo esto al lector se le ocurren gran cantidad de ejemplos.
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“He llorado de emoción y de risa, más no puedo pedir” me dijo una participante hace poco al acabar un curso. La emoción es el arma de destrucción masiva de la formación, si algo emociona se te graba. En mi opinión se ha de utilizar con cuentagotas, al menos yo soy pudoroso y sólo la uso en determinadas ocasiones y muy, muy vinculada a lo que estemos trabajando.
Y ya estamos acabando, han pasado un poco más de dos minutos y he hecho un par de trampas. He colocado en el texto un par de disparadores de la curiosidad, estimo que en formato escrito habrá funcionado en uno de cada diez lectores. ¿Un TED que muestra como la sonrisa alarga la vida? ¿Neuregulin 1? Los he puesto para mostrar el arma secreta definitiva: la curiosidad. A la participante que me dijo que había llorado de emoción y de risa le pregunté: "¿Y has aprendido algo?" "Alguna cosa", dijo sonriendo, pero lo más importante son las ganas que me llevo de seguir aprendiendo de este tema.
Así que diviérteles, emociónales o sorpréndeles y por encima de todo indúceles a ser curiosos, así ten por seguro que les serás útil.
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