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Los dos grandes retos de la Política de Personal en la Administración Pública

La gran rémora para la modernización de la Administración Pública es su anticuado y barroco sistema de gestión de RH. Los ingredientes del modelo (sistemas de selección ajenos a un modelo de competencias razonado, gran fragmentación organizativa, ausencia de una auténtica carrera profesional, falta de evaluación del desempeño, un irracional sistema retributivo, politización de la cúpula administrativa, etc.) son totalmente ajenos a una moderna organización del trabajo.

Los dos grandes retos de la Política de Personal en la Administración Pública

La gestión pública de los Recursos Humanos vive en una burbuja descontextualizada del tiempo y del entorno laboral. Es muy compleja su renovación debido a las capturas políticas, sindicales y corporativas.

Pero aquí queremos destacar dos enormes retos que tendrá que afrontar la Administración pública durante la próxima década: por una parte, el gran envejecimiento de sus plantillas y, por tanto, su renovación intergeneracional. Por otra parte, el impacto de la inteligencia artificial y de la robótica en el empleo público. Atender estos dos retos de manera sensata puede ser la gran oportunidad para renovar la función pública. En cambio, intentar sortear estos dos elementos de manera reactiva y sin una orientación estratégica puede sumir a las Administraciones Públicas en una crisis y decadencia de carácter estructural.

Las Administraciones Públicas en España agrupan a 3,2 millones de empleados públicos y su media de edad es de 54 años. La predicción es que durante los próximos diez años se van a jubilar un millón de empleados. Hay administraciones (como la del Gobierno Vasco) que prevén durante este periodo la jubilación del 85 por ciento de su personal directivo y de buena parte de su personal más cualificado. Un primer problema consiste en evitar la pérdida del conocimiento. Hay mecanismos para intentar remediar perder esta inteligencia intuitiva y algunas administraciones ya los han empezado a diseñar y aplicar. Pero otra manera de analizar este fenómeno es observarlo más como una oportunidad que como un problema. Una gran ocasión para renovar y modernizar la Administración Pública con nuevos empleados bien formados y totalmente digitalizados. La renovación intergeneracional puede implicar una disrupción cognitiva en la manera de organizar del trabajo que tanto necesita la Administración. Pero para que los jóvenes con mayor preparación contemplen la posibilidad de trabajar en el sector público es imprescindible renovar sus sistemas de selección. Las oposiciones de carácter memorístico no están en sintonía con las competencias del presente y del futuro que deben desempeñar los empleados públicos. No seducen, con toda la razón, a los jóvenes mejor formados. Pero no solo habría que modernizar los sistemas de selección sino todos los ingredientes actuales del modelo de función pública. Unas nuevas reglas del juego que afecten solo a las nuevas incorporaciones puede ser definitivo para renovar todo el empleo público. Es una gran oportunidad que no hay que perder.

El segundo elemento es la adaptación de la Administración Pública a la Inteligencia Artificial y a la robótica. Mis estimaciones son que durante los próximos quince años pueden ser objeto de robotización un millón de puestos de trabajo en el sector público (el 30 por ciento del total). Por ejemplo, la mayor parte de las tareas burocráticas (tramitación de expedientes, gestión económica, dimensión jurídica, etc.) van a ser robotizadas. También una parte del sector de transportes y de servicios públicos. Hay que destacar aquí la casualidad que durante un mismo periodo de tiempo se van a jubilar tantos empleados públicos como los que van a ser objeto de robotización. Es decir, la Administración Pública podría renovarse y entrar en la senda de la modernidad sin apenas costes laborales y sociales. Para aprovechar esta gran coyuntura hace falta un plan estratégico que no se vislumbra ahora en ninguna administración pública. Para ello es necesario que el sector público transforme su rol de espectador pasivo e indolente a líder de la revolución 4.0. Hace falta definir todos aquellos puestos susceptibles de ser robotizados y no convocar oposiciones para esas plazas. También es necesario cambiar los sistemas de selección para incorporar a nuevos perfiles profesionales capaces de adaptarse a una Administración 4.0. Mi pronóstico es que durante los próximos años van a ser necesarios medio millón de nuevos empleados públicos vinculados al impacto de la Inteligencia Artificial y de la robótica. Es imposible definir ahora las características de estos nuevos puestos salvo en competencias blandas y genéricas: capacidad de aprender, creatividad, visión interdisciplinar, mayor dominio de las Matemáticas y de las Humanidades, etc. Los futuros sistemas de selección deben ser capaces de atraer perfiles con estas competencias.

En definitiva, estos dos grandes retos pueden ser una oportunidad única para renovar y modernizar la Administración Pública. Políticos, sindicatos, empleados públicos y académicos deberíamos dedicarnos a estos dos temas si deseamos lograr la Administración Pública que reclama a gritos el presente y el futuro inmediato.  


 * Autor del libro: Inteligencia Artificial y Administración pública. Robots y humanos compartiendo el servicio público, Ed. Catarata, Madrid, enero de 2019.

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Carles Ramió*, Catedrático de Ciencia Política y de la Administración en la UPF y miembro del Consejo Asesor de la Fundació Factor Humà

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Las Administraciones Públicas en España agrupan a 3,2 millones de empleados públicos y su media de edad es de 54 años. La predicción es que durante los próximos diez años se van a jubilar un millón de empleados. Hay administraciones (como la del Gobierno Vasco) que prevén durante este periodo la jubilación del 85 por ciento de su personal directivo y de buena parte de su personal más cualificado. Un primer problema consiste en evitar la pérdida del conocimiento. Hay mecanismos para intentar remediar perder esta inteligencia intuitiva y algunas administraciones ya los han empezado a diseñar y aplicar. Pero otra manera de analizar este fenómeno es observarlo más como una oportunidad que como un problema. Una gran ocasión para renovar y modernizar la Administración Pública con nuevos empleados bien formados y totalmente digitalizados. La renovación intergeneracional puede implicar una disrupción cognitiva en la manera de organizar del trabajo que tanto necesita la Administración. Pero para que los jóvenes con mayor preparación contemplen la posibilidad de trabajar en el sector público es imprescindible renovar sus sistemas de selección. Las oposiciones de carácter memorístico no están en sintonía con las competencias del presente y del futuro que deben desempeñar los empleados públicos. No seducen, con toda la razón, a los jóvenes mejor formados. Pero no solo habría que modernizar los sistemas de selección sino todos los ingredientes actuales del modelo de función pública. Unas nuevas reglas del juego que afecten solo a las nuevas incorporaciones puede ser definitivo para renovar todo el empleo público. Es una gran oportunidad que no hay que perder.

El segundo elemento es la adaptación de la Administración Pública a la Inteligencia Artificial y a la robótica. Mis estimaciones son que durante los próximos quince años pueden ser objeto de robotización un millón de puestos de trabajo en el sector público (el 30 por ciento del total). Por ejemplo, la mayor parte de las tareas burocráticas (tramitación de expedientes, gestión económica, dimensión jurídica, etc.) van a ser robotizadas. También una parte del sector de transportes y de servicios públicos. Hay que destacar aquí la casualidad que durante un mismo periodo de tiempo se van a jubilar tantos empleados públicos como los que van a ser objeto de robotización. Es decir, la Administración Pública podría renovarse y entrar en la senda de la modernidad sin apenas costes laborales y sociales. Para aprovechar esta gran coyuntura hace falta un plan estratégico que no se vislumbra ahora en ninguna administración pública. Para ello es necesario que el sector público transforme su rol de espectador pasivo e indolente a líder de la revolución 4.0. Hace falta definir todos aquellos puestos susceptibles de ser robotizados y no convocar oposiciones para esas plazas. También es necesario cambiar los sistemas de selección para incorporar a nuevos perfiles profesionales capaces de adaptarse a una Administración 4.0. Mi pronóstico es que durante los próximos años van a ser necesarios medio millón de nuevos empleados públicos vinculados al impacto de la Inteligencia Artificial y de la robótica. Es imposible definir ahora las características de estos nuevos puestos salvo en competencias blandas y genéricas: capacidad de aprender, creatividad, visión interdisciplinar, mayor dominio de las Matemáticas y de las Humanidades, etc. Los futuros sistemas de selección deben ser capaces de atraer perfiles con estas competencias.

En definitiva, estos dos grandes retos pueden ser una oportunidad única para renovar y modernizar la Administración Pública. Políticos, sindicatos, empleados públicos y académicos deberíamos dedicarnos a estos dos temas si deseamos lograr la Administración Pública que reclama a gritos el presente y el futuro inmediato.  


 * Autor del libro: Inteligencia Artificial y Administración pública. Robots y humanos compartiendo el servicio público, Ed. Catarata, Madrid, enero de 2019.

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