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You Will Not Get To Retire: How Old Age Became Unaffordable And Unhealthy, And How We Can Fix It [No vas a poder jubilarte: cómo el envejecimiento se está haciendo insostenible y cómo solucionarlo]

Se estima que la mitad de las personas que nacen hoy llegará a los 100 años de vida. Datos así llevan a pensar que la jubilación tradicional será cada vez más complicada para los jóvenes actuales. Sin embargo, según Fast Company en un contundente artículo, eso presenta algunas ventajas: la inclusión de seniors en el mercado laboral brindará oportunidades como la formación de equipos intergeneracionales en los que se trabajará compartiendo ideas y experiencias.

 

¿Planea jubilarse?

No hace demasiado tiempo, muchos de nosotros habríamos respondido automáticamente “sí” a la pregunta, y con razón. En el siglo XX, la jubilación se convirtió en la norma, algo que hacía la mayoría de la gente. En EEUU, gracias a generosos programas como la Seguridad Social (promulgada en 1935) y el Medicare (1965), millones de personas que habían trabajado hasta que habían podido, empezaban a prepararse para un periodo en su vejez en el que podrían tomarse un descanso. Hacer cola para las salas de bingo, para formar parte de las comunidades de Florida y para los restaurantes que abrían a las 4.30 de la tarde. La jubilación se convirtió en rutina, algo que suponíamos que era un derecho.

Hoy en día mucha gente no es tan afortunada. Muchas empresas han eliminado sus planes de pensiones. La Seguridad Social y Medicare resultan extremadamente caros de mantener a medida que la gente vive más años y los costes sanitarios aumentan. Y los fondos y planes de ahorro de pensiones, que son la supuesta alternativa, ayudan sólo a algunas personas: el 45% de los hogares con personas en edad de trabajar no disponen de fondos de ese tipo. En Estados Unidos, los hogares con miembros a punto de jubilarse tienen un promedio de 12.000 dólares ahorrados para la jubilación, mientras que los hogares con miembros en edad de trabar tienen sólo 3.000, según el National Institute on Retirement Security. Lo que no es mucho para 20 años de vacaciones con los nietos, incluso juntándolo con la Seguridad Social.

Un número creciente de personas no están seguras de que puedan jubilarse. El año pasado, el 43% de los estadounidenses estaba “no demasiado” o “no del todo” seguro de tener suficiente dinero, un aumento del 27% con respecto a 1995, según el Employee Benefit Research Institute. Y los jóvenes son particularmente escépticos. Una encuesta de Gallup indica que sólo uno de cada cinco millenials cree que podrá reclamar su subsidio de la Seguridad Social cuando llegue el momento. Una cuarta parte cree que tendrá que trabajar en la tercera edad, y es muy probable que tengan razón.

El Precipicio Fiscal

Si actualmente la jubilación tradicional parece inalcanzable es probable que se convierta en más inalcanzable en un futuro. Por el momento, la Seguridad Social y el Medicare pagan mucho más de lo que invierten sus beneficiarios y, debido a la forma en que están estructurados dichos programas, es probable que las Generaciones X, Y y Z paguen las consecuencias si el ratio nacional de trabajadores jubilados se incrementa. Se prevé que la Seguridad Social empiece a presentar déficits en 2022.

El Urban Institute estima que una pareja con salario medio habría pagado 722.000 dólares a la Seguridad Social y el Medicare cuando llegara a los 65 años en 2010. A cambio, pueden esperar recibir 966.000 dólares de beneficios, alrededor de un tercio más. Una familia con sólo una fuente de ingresos media lo tendrá mejor. Habría pagado 361.000 dólares a los 65 años en 2010, y puede ahora esperar 854.000 dólares, más del doble de la cantidad aportada. (Los beneficios se calculan a partir de un promedio sobre los 35 años con ganancias más altas).

¿Quién va a pagar para mantener el dinero fluyendo al mismo ritmo? Los contribuyentes, probablemente. La Seguridad Social y el Medicare funcionan como fondos fiduciarios que actualmente generan excedentes. En 2010, el superávit total se situó en 2,6 billones de dólares. Suena a mucho, si no fuera porque el Gobierno Federal ha estado usando el dinero de dichos fondos para gastos generales, dejando en su lugar deuda pública (en forma de bonos irrevocables). En 2022, para pagar las prestaciones, el Gobierno de EE.UU va a tener que empezar a usar esos excedentes, porque los impuestos sobre los salarios ya no serán suficientes para seguir pagando los cheques de jubilación. Con el tiempo, a medida que el superávit desaparezca y si no hacemos nada, llevará a una combinación de mayores impuestos y menos gasto en otras cosas, como escuelas o carreteras.

Este planteamiento nos ha permitido pagar menos impuestos hoy en día, pero es tremendamente injusto para la gente joven, una especie de “robo generacional”, podríamos decir. Aunque suene un poco insolente decirlo, actualmente estamos dando a la gente mayor el dinero para jubilarse a costa del futuro de todos los demás. ¿Crees que es una exageración? Mira cómo ha cambiado el equilibrio del presupuesto federal desde los años sesenta. En 1962, sin incluir los pagos de intereses, el Gobierno Federal pagaba 14 centavos de cada dólar que se gastaba en “subsidios”, es decir, en la Seguridad Social, entre otras partidas. En 2030, los subsidios pueden significar para nosotros más de 61 centavos, según un informe de Third Way, un think-tank bipartidista.

Al mismo tiempo, el gasto en “inversiones”, incluyendo infraestructura, educación e investigación, ha caído en proporción. En los años sesenta, pagábamos tres veces más por inversiones que por subsidios. Pero en 2022, necesitaremos gastar seis veces más en subsidios que en inversiones, suponiendo que haya un crecimiento normal en el presupuesto general. “Dicha tendencia se acelerará cuando los Baby Boomers se jubilen, obligándonos a gastar mucho menos en la educación de los niños, en construir carreteras y en curar enfermedades,” señala el informe. “Este camino fiscal se traducirá en una mano de obra menos cualificada, menores tasas de creación de empleo y unas infraestructuras no aptas para la economía del siglo XXI.”

El futuro de la jubilación

Hay muchas maneras de reformar los subsidios, incluyendo el aumento de la edad de jubilación (actualmente es 65 años para prestaciones completas pero se elevará a 67 a partir de 2017), prestaciones según los recursos (por lo que la gente con mayores ingresos obtendrá proporcionalmente menos), y elevando el umbral de renta según los impuestos a la Seguridad Social (la gente que gane más pagará más impuestos). Además, podríamos controlar el gasto sanitario, por ejemplo, pasando de un modelo de “tarifa por servicio” a un sistema donde pagáramos según la calidad de la salud de la gente. Por último, debemos reconsiderar el concepto global de jubilación, particularmente la idea de no trabajar durante largos periodos.

Nadie que piense en el futuro de la tercera edad piensa que será algo parecido a lo que tenemos ahora. Muchos de nosotros probablemente vamos a tener que trabajar durante más tiempo. Pero trabajar más tiempo quizás no es del todo malo. Existen muchas evidencias de que el trabajo, bien estructurado, es bueno para nosotros. “Estar trabajando es bueno para tu salud y para tu riqueza,” apunta Paul Irving, Presidente del Center for the Future of Aging del Milken Institute. “Es una buena decisión, y una decisión que la gente debería estar planeando desde ya.”

Se ha demostrado que los denominados trabajos “puente”, trabajos a tiempo parcial entre el empleo a tiempo completo y la jubilación total, reducen las enfermedades y mejoran la salud mental. Al mismo tiempo, las investigaciones demuestran que retirarse abruptamente puede llevar a consecuencias menos saludables de lo que podríamos imaginar. Un estudio de gran alcance que investigó a jubilados seis años después de que hubieran dejado de trabajar, encontró un promedio del 5-6% del aumento de las dificultades asociadas a la movilidad y a las actividades diarias, un 5-6% del incremento de las enfermedades y un 6-9% de declive de la salud mental.” Otro estudio de Austria llegó a la conclusión de que la jubilación temprana acorta la vida: cada año adicional sin trabajar causa un incremento del 2,4% del riesgo de muerte prematura.

Al hablar recientemente con una vieja amiga me vinieron a la mente los aspectos negativos de la jubilación. En su trabajo, se había encontrado con muchos jubilados que entraron en decadencia después de dejar su empleo. Pensaba en lo adecuado o no de la fantasía imposible de la jubilación como el momento para hacer todo aquello que no se ha hecho hasta ahora. Una visión que subestima los aspectos positivos del trabajo. En general, la gente parece más preparada financieramente  que psicológicamente para la jubilación. Y en particular, parece que a las personas con éxito profesional les cuesta mucho trabajo adaptarse a la jubilación, porque no trabajar no proporciona la mismas oportunidades de comportamiento asertivo e intensidad mental que seguir en el trabajo. Hay motivos financieros y emocionales para trabajar durante más tiempo y, de hecho, es algo que la gente ya está haciendo. La nueva jubilación, en otras palabras, es no jubilarse o, al menos, no del todo.

Prepararse para trabajar


Dado el ritmo de cambio tecnológico, deberemos prepararnos para tres o cuatro carreras a lo largo de nuestras vidas, incluso tal vez, una nueva carrera en nuestros años de vejez. Eso significa estar preparados para volver a la escuela en algún momento para reciclarnos y para mantener nuestra salud y bienestar; así seremos capaces de trabajar. “Tu ventaja competitiva individual se basará en tu capacidad para seguir trabajando,” dice Joseph Coughlin, Director del AgeLab del Instituto Tecnológico de Massachusetts. “El coste de las enfermedades crónicas, del que hablamos en términos de pérdida de productividad y de coste para la sociedad, va a convertirse en algo profundamente personal.”

Eso también significa que necesitamos rediseñar los lugares de trabajo para que los seniors estén más cómodos, ergonómicamente hablando; cambiar las leyes acerca de las prestaciones para que el trabajo a tiempo parcial no esté tan mal visto; y redefinir las subvenciones en la educación pública, de modo que no sean sólo para los jóvenes.

Lo más importante, señala Irving, es que tenemos que repensar nuestra opinión de que los ancianos son gente que necesariamente entra en decadencia. Hay muchas evidencias del valor de los mayores de 65 en el trabajo, por ejemplo en la complementariedad de los “equipos intergeneracionales”, donde los jóvenes y la gente mayor trabajan juntos. Es cierto que las personas mayores no son tan físicamente capaces, generalmente, pero no son menos productivos cuando se trata de funciones relacionadas con el conocimiento y con los servicios, según Laura Carstensen, Directora del Center on Longevity de la Universidad de Stanford. Y es que nos hemos acostumbrado a la suposición de que la gente mayor no es tan capaz o entusiasta como la gente joven.

La gran pregunta probablemente no es si la gente mayor va a tener que trabajar, sino si va a haber suficiente trabajo para las personas mayores. Los avances en inteligencia artificial y los robots hacen más probable que haya menos puestos para la gente en “edad de trabajar”, sin ni siquiera mencionar a los seniors.

Irving dice que la idea de que la gente mayor roba el trabajo de los jóvenes es errónea. Oleadas de grupos previamente discriminados, desde los afroamericanos a las mujeres, se han incorporado a la economía sin ninguna pérdida para la misma, apunta. “Las economías son elásticas y dejando que todos participen tendremos una mejor economía con mejores oportunidades.”

Un área de la economía donde seguro que habrá mucho trabajo es en la prestación de productos y servicios para la gente mayor. En 2050, si las proyecciones son correctas, una quinta parte del mundo tendrá más de 60 años. Habrá 10 veces más ancianos que en 1950, y mucha gente realmente mayor: se calcula que la mitad de toda la gente nacida hoy vivirá más de 100 años. El envejecimiento será un fenómeno global.

Convencer a la gente de 20 y de 30 años de que la jubilación se ha acabado será más fácil que a la gente que ha invertido más en este sueño. “La discusión sobre el contrato social cambiante y las prestaciones a las que se tiene derecho, será probablemente uno de los principales temas de debate del mundo industrializado. Pero tiene que empezar hoy. No es equitativo quitar las prestaciones inmediatamente. Todavía podemos cambiar el contrato gradualmente, al mismo tiempo que ponemos en marcha políticas y servicios que permitan a la gente trabajar durante más tiempo. Puede que no sea muy apetecible, pero aún es posible,” afirma Coughlin.


* Schiller, Ben. “You Will Not Get To Retire: How Old Age Became Unaffordable And Unhealthy, And How We Can Fix It”. Fast Company, 18/05/2015 (Artículo consultado on line el 20/05/2015).

Acceso a la noticia: http://www.fastcoexist.com/3045214/the-new-rules-of-work/you-will-not-get-to-retire-how-old-age-became-unaffordable-and-unhealt

 

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¿Planea jubilarse?

No hace demasiado tiempo, muchos de nosotros habríamos respondido automáticamente “sí” a la pregunta, y con razón. En el siglo XX, la jubilación se convirtió en la norma, algo que hacía la mayoría de la gente. En EEUU, gracias a generosos programas como la Seguridad Social (promulgada en 1935) y el Medicare (1965), millones de personas que habían trabajado hasta que habían podido, empezaban a prepararse para un periodo en su vejez en el que podrían tomarse un descanso. Hacer cola para las salas de bingo, para formar parte de las comunidades de Florida y para los restaurantes que abrían a las 4.30 de la tarde. La jubilación se convirtió en rutina, algo que suponíamos que era un derecho.

Hoy en día mucha gente no es tan afortunada. Muchas empresas han eliminado sus planes de pensiones. La Seguridad Social y Medicare resultan extremadamente caros de mantener a medida que la gente vive más años y los costes sanitarios aumentan. Y los fondos y planes de ahorro de pensiones, que son la supuesta alternativa, ayudan sólo a algunas personas: el 45% de los hogares con personas en edad de trabajar no disponen de fondos de ese tipo. En Estados Unidos, los hogares con miembros a punto de jubilarse tienen un promedio de 12.000 dólares ahorrados para la jubilación, mientras que los hogares con miembros en edad de trabar tienen sólo 3.000, según el National Institute on Retirement Security. Lo que no es mucho para 20 años de vacaciones con los nietos, incluso juntándolo con la Seguridad Social.

Un número creciente de personas no están seguras de que puedan jubilarse. El año pasado, el 43% de los estadounidenses estaba “no demasiado” o “no del todo” seguro de tener suficiente dinero, un aumento del 27% con respecto a 1995, según el Employee Benefit Research Institute. Y los jóvenes son particularmente escépticos. Una encuesta de Gallup indica que sólo uno de cada cinco millenials cree que podrá reclamar su subsidio de la Seguridad Social cuando llegue el momento. Una cuarta parte cree que tendrá que trabajar en la tercera edad, y es muy probable que tengan razón.

El Precipicio Fiscal

Si actualmente la jubilación tradicional parece inalcanzable es probable que se convierta en más inalcanzable en un futuro. Por el momento, la Seguridad Social y el Medicare pagan mucho más de lo que invierten sus beneficiarios y, debido a la forma en que están estructurados dichos programas, es probable que las Generaciones X, Y y Z paguen las consecuencias si el ratio nacional de trabajadores jubilados se incrementa. Se prevé que la Seguridad Social empiece a presentar déficits en 2022.

El Urban Institute estima que una pareja con salario medio habría pagado 722.000 dólares a la Seguridad Social y el Medicare cuando llegara a los 65 años en 2010. A cambio, pueden esperar recibir 966.000 dólares de beneficios, alrededor de un tercio más. Una familia con sólo una fuente de ingresos media lo tendrá mejor. Habría pagado 361.000 dólares a los 65 años en 2010, y puede ahora esperar 854.000 dólares, más del doble de la cantidad aportada. (Los beneficios se calculan a partir de un promedio sobre los 35 años con ganancias más altas).

¿Quién va a pagar para mantener el dinero fluyendo al mismo ritmo? Los contribuyentes, probablemente. La Seguridad Social y el Medicare funcionan como fondos fiduciarios que actualmente generan excedentes. En 2010, el superávit total se situó en 2,6 billones de dólares. Suena a mucho, si no fuera porque el Gobierno Federal ha estado usando el dinero de dichos fondos para gastos generales, dejando en su lugar deuda pública (en forma de bonos irrevocables). En 2022, para pagar las prestaciones, el Gobierno de EE.UU va a tener que empezar a usar esos excedentes, porque los impuestos sobre los salarios ya no serán suficientes para seguir pagando los cheques de jubilación. Con el tiempo, a medida que el superávit desaparezca y si no hacemos nada, llevará a una combinación de mayores impuestos y menos gasto en otras cosas, como escuelas o carreteras.

Este planteamiento nos ha permitido pagar menos impuestos hoy en día, pero es tremendamente injusto para la gente joven, una especie de “robo generacional”, podríamos decir. Aunque suene un poco insolente decirlo, actualmente estamos dando a la gente mayor el dinero para jubilarse a costa del futuro de todos los demás. ¿Crees que es una exageración? Mira cómo ha cambiado el equilibrio del presupuesto federal desde los años sesenta. En 1962, sin incluir los pagos de intereses, el Gobierno Federal pagaba 14 centavos de cada dólar que se gastaba en “subsidios”, es decir, en la Seguridad Social, entre otras partidas. En 2030, los subsidios pueden significar para nosotros más de 61 centavos, según un informe de Third Way, un think-tank bipartidista.

Al mismo tiempo, el gasto en “inversiones”, incluyendo infraestructura, educación e investigación, ha caído en proporción. En los años sesenta, pagábamos tres veces más por inversiones que por subsidios. Pero en 2022, necesitaremos gastar seis veces más en subsidios que en inversiones, suponiendo que haya un crecimiento normal en el presupuesto general. “Dicha tendencia se acelerará cuando los Baby Boomers se jubilen, obligándonos a gastar mucho menos en la educación de los niños, en construir carreteras y en curar enfermedades,” señala el informe. “Este camino fiscal se traducirá en una mano de obra menos cualificada, menores tasas de creación de empleo y unas infraestructuras no aptas para la economía del siglo XXI.”

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Hay muchas maneras de reformar los subsidios, incluyendo el aumento de la edad de jubilación (actualmente es 65 años para prestaciones completas pero se elevará a 67 a partir de 2017), prestaciones según los recursos (por lo que la gente con mayores ingresos obtendrá proporcionalmente menos), y elevando el umbral de renta según los impuestos a la Seguridad Social (la gente que gane más pagará más impuestos). Además, podríamos controlar el gasto sanitario, por ejemplo, pasando de un modelo de “tarifa por servicio” a un sistema donde pagáramos según la calidad de la salud de la gente. Por último, debemos reconsiderar el concepto global de jubilación, particularmente la idea de no trabajar durante largos periodos.

Nadie que piense en el futuro de la tercera edad piensa que será algo parecido a lo que tenemos ahora. Muchos de nosotros probablemente vamos a tener que trabajar durante más tiempo. Pero trabajar más tiempo quizás no es del todo malo. Existen muchas evidencias de que el trabajo, bien estructurado, es bueno para nosotros. “Estar trabajando es bueno para tu salud y para tu riqueza,” apunta Paul Irving, Presidente del Center for the Future of Aging del Milken Institute. “Es una buena decisión, y una decisión que la gente debería estar planeando desde ya.”

Se ha demostrado que los denominados trabajos “puente”, trabajos a tiempo parcial entre el empleo a tiempo completo y la jubilación total, reducen las enfermedades y mejoran la salud mental. Al mismo tiempo, las investigaciones demuestran que retirarse abruptamente puede llevar a consecuencias menos saludables de lo que podríamos imaginar. Un estudio de gran alcance que investigó a jubilados seis años después de que hubieran dejado de trabajar, encontró un promedio del 5-6% del aumento de las dificultades asociadas a la movilidad y a las actividades diarias, un 5-6% del incremento de las enfermedades y un 6-9% de declive de la salud mental.” Otro estudio de Austria llegó a la conclusión de que la jubilación temprana acorta la vida: cada año adicional sin trabajar causa un incremento del 2,4% del riesgo de muerte prematura.

Al hablar recientemente con una vieja amiga me vinieron a la mente los aspectos negativos de la jubilación. En su trabajo, se había encontrado con muchos jubilados que entraron en decadencia después de dejar su empleo. Pensaba en lo adecuado o no de la fantasía imposible de la jubilación como el momento para hacer todo aquello que no se ha hecho hasta ahora. Una visión que subestima los aspectos positivos del trabajo. En general, la gente parece más preparada financieramente  que psicológicamente para la jubilación. Y en particular, parece que a las personas con éxito profesional les cuesta mucho trabajo adaptarse a la jubilación, porque no trabajar no proporciona la mismas oportunidades de comportamiento asertivo e intensidad mental que seguir en el trabajo. Hay motivos financieros y emocionales para trabajar durante más tiempo y, de hecho, es algo que la gente ya está haciendo. La nueva jubilación, en otras palabras, es no jubilarse o, al menos, no del todo.

Prepararse para trabajar


Dado el ritmo de cambio tecnológico, deberemos prepararnos para tres o cuatro carreras a lo largo de nuestras vidas, incluso tal vez, una nueva carrera en nuestros años de vejez. Eso significa estar preparados para volver a la escuela en algún momento para reciclarnos y para mantener nuestra salud y bienestar; así seremos capaces de trabajar. “Tu ventaja competitiva individual se basará en tu capacidad para seguir trabajando,” dice Joseph Coughlin, Director del AgeLab del Instituto Tecnológico de Massachusetts. “El coste de las enfermedades crónicas, del que hablamos en términos de pérdida de productividad y de coste para la sociedad, va a convertirse en algo profundamente personal.”

Eso también significa que necesitamos rediseñar los lugares de trabajo para que los seniors estén más cómodos, ergonómicamente hablando; cambiar las leyes acerca de las prestaciones para que el trabajo a tiempo parcial no esté tan mal visto; y redefinir las subvenciones en la educación pública, de modo que no sean sólo para los jóvenes.

Lo más importante, señala Irving, es que tenemos que repensar nuestra opinión de que los ancianos son gente que necesariamente entra en decadencia. Hay muchas evidencias del valor de los mayores de 65 en el trabajo, por ejemplo en la complementariedad de los “equipos intergeneracionales”, donde los jóvenes y la gente mayor trabajan juntos. Es cierto que las personas mayores no son tan físicamente capaces, generalmente, pero no son menos productivos cuando se trata de funciones relacionadas con el conocimiento y con los servicios, según Laura Carstensen, Directora del Center on Longevity de la Universidad de Stanford. Y es que nos hemos acostumbrado a la suposición de que la gente mayor no es tan capaz o entusiasta como la gente joven.

La gran pregunta probablemente no es si la gente mayor va a tener que trabajar, sino si va a haber suficiente trabajo para las personas mayores. Los avances en inteligencia artificial y los robots hacen más probable que haya menos puestos para la gente en “edad de trabajar”, sin ni siquiera mencionar a los seniors.

Irving dice que la idea de que la gente mayor roba el trabajo de los jóvenes es errónea. Oleadas de grupos previamente discriminados, desde los afroamericanos a las mujeres, se han incorporado a la economía sin ninguna pérdida para la misma, apunta. “Las economías son elásticas y dejando que todos participen tendremos una mejor economía con mejores oportunidades.”

Un área de la economía donde seguro que habrá mucho trabajo es en la prestación de productos y servicios para la gente mayor. En 2050, si las proyecciones son correctas, una quinta parte del mundo tendrá más de 60 años. Habrá 10 veces más ancianos que en 1950, y mucha gente realmente mayor: se calcula que la mitad de toda la gente nacida hoy vivirá más de 100 años. El envejecimiento será un fenómeno global.

Convencer a la gente de 20 y de 30 años de que la jubilación se ha acabado será más fácil que a la gente que ha invertido más en este sueño. “La discusión sobre el contrato social cambiante y las prestaciones a las que se tiene derecho, será probablemente uno de los principales temas de debate del mundo industrializado. Pero tiene que empezar hoy. No es equitativo quitar las prestaciones inmediatamente. Todavía podemos cambiar el contrato gradualmente, al mismo tiempo que ponemos en marcha políticas y servicios que permitan a la gente trabajar durante más tiempo. Puede que no sea muy apetecible, pero aún es posible,” afirma Coughlin.


* Schiller, Ben. “You Will Not Get To Retire: How Old Age Became Unaffordable And Unhealthy, And How We Can Fix It”. Fast Company, 18/05/2015 (Artículo consultado on line el 20/05/2015).

Acceso a la noticia: http://www.fastcoexist.com/3045214/the-new-rules-of-work/you-will-not-get-to-retire-how-old-age-became-unaffordable-and-unhealt

 

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