De Lleida al mundo
"And the winner is... Amadeu Roig, from Catalonia!". Los 16 miembros de la Federació de Joves Cambres de Catalunya (FJCC) saltaron catapultados de sus asientos lanzando gritos inconexos, mientras las 2.000 personas que abarrotaban el COEX Conference Hall de Seúl prorrumpían, puestas en pie, en una ovación que se prolongó varios minutos. Un empresario de Lleida acababa de obtener el mayor galardón planetario dedicado a emprendedores jóvenes, el premio a Jóvenes Creativos Empresarios. Era el 15 de noviembre y para él culminaba una semana "de cine" en la capital surcoreana.
"No sólo la entrega del premio tuvo el fasto de Hollywood, con calles engalanadas, limusinas con banderines, cámaras y hasta la alfombra roja; desde que bajé del avión me trataron como a una estrella: enseguida me di cuenta de que el premio no era cosa de broma, las jóvenes cámaras son muy importantes a nivel mundial", explica ahora el premiado.
En Seúl se habían reunido 8.000 congresistas de todo elmundo y los actos eran cada día portada en los medios informativos. Asistieron 120 países que aglutinan a más de 200.000 miembros en activo. Un antecedente de este premio, que se daba este año por primera vez, era el TOYP, que han obtenido, por ejemplo, Elvis Presley y Bill Clinton y, más recientemente, Linus Torvalds, el creador del software libre Linux.
Todo había empezado con una decepción. Amadeu Roig había invertido mucho tiempo y dinero en redactar un plan de empresa para un concurso que organizaba la Jove Cambra de Lleida. Había tres premios dotados con 6.000, 3.000 y 1.500 euros y no recibió ninguno. "Me dijeron que querían fomentar a los que empezaban y que mi plan era demasiado avanzado; quedé defraudado, porque me lo comunicaron una vez hecho el esfuerzo", explica.
Roig nació en 1966, el último año en que las cámaras consideraban este año ser joven.La Jove Cambra de Lleida lo animó a que se presentara al premio internacional.
Los galardones se entregaban en el 62. º Congreso Mundial de la Junior Chamber International y él optaba al más importante. Cuando llevaba cuatro días en el papel de "estrella de cine" en Seúl, con agasajos cada mañana y cada tarde y visitas protocolarias, le anunciaron que en 24 horas debería defender su proyecto. Tendría cinco minutos para hablar y el jurado le interrogaría durante 15. "Bajé de golpe de la nube, me encerré en la habitación del hotel y me invadió el terror. Entonces tomé una decisión que me salvó", explica el empresario. Fue a encontrar a algunos de los catalanes con los que había viajado a Corea. Al presidente de la FJCC, Josep Maria Plassa, y al vicepresidente, Jordi Solé; al senador (miembro veterano) Mike Dekker, holandés afincado en Barcelona, y a Osmán Vindel, responsable de Relaciones Internacionales.
"Empezamos a trabajar los cinco y enseguida tuvimos claro el plan de acción: yo debía centrarme en explicar mis tres empresas y el espíritu que las mueve en frases breves y efectivas. Quedó claro que lo básico era el principio del gurú del coaching Tom Peters, llamado kiss:"Keep it simple, stupid (hazlo sencillo, estúpido)". Toda la paja debía quedar fuera. Lo esencial era transmitir los valores que Roig había sabido imprimir a sus empresas. Sólo debía contar su historia y no debía aparentar ni inventar nada: empezó a trabajar en la empresa de piensos compuestos de su padre a los 11 años, en verano, para pagarse una moto. Tras estudiar Empresariales, entró a trabajar en el negocio familiar, Amadeo Roig SA. Las cinco diapositivas del power point que preparó hablaban de negocio, pero hacía hincapié en aspectos humanos: cómo conciliar el trabajo con la familia, contribuir al desarrollo de países pobres, desarrollar la creatividad de los trabajadores, preservar el medio ambiente...
Llegó el momento de la presentación y Roig vio por primera vez la cara de los otros dos finalistas: el italiano Luca Varani y la rumana Diana Elena Nitu. "El jurado nos preguntó si nos importaba que el italiano interviniera el último. Vi enseguida que ahí perdía un tercio de sus posibilidades; además, no sabía una palabra de inglés y debería defender su candidatura con un traductor", explica el empresario leridano. Varani había creado una bebida energética para perros, parecía de chiste y a uno de los leridanos se le escapó la palabra collonada.
La experiencia con la rumana fue más traumática."Era una chica muy agresiva de solamente 22 años, pelirroja y guapísima, que me explicó de entrada que ella había creado cuatro empresas y yo solamente tres; decía que tenía el mejor currículum y que debía ganar por Rumanía". Yo le repliqué que para mí estar allí ya era un premio, que todo lo demás vendría añadido. "Pensé que lo tenía todo: su juventud, sus empresas..., venía deun país necesitado de iniciativas empresariales y era mujer". Había empezado vendiendo flores por internet, creó una agencia de publicidad y una empresa de diseño de webs y, por fin, una productora que elabora un magazín feminista para televisión.
El leridano manifestó al jurado que procura rodearse de personas mejores que él y que pretende ser un gestor de talentos. "Delego mucho y dejo que la gente se equivoque; quien está conmigo no realiza un trabajo, sino que tiene un proyecto". No pregunta jamás al cliente qué quiere, sino qué problemas tiene. A partir de la experiencia en la empresa de piensos de su padre fundó Indumix, que tuvo un éxito fulgurante, porque ofreció por primera vez alimentos fibrosos personalizados para animales. Enviaba a un veterinario para que estudiase las necesidades de la explotación y preparaba el compuesto adecuado.
Fue también el primero en fabricar piensos ecológicos e introducir en ellos la certificación de calidad, en 1996. El conocimiento de su negocio le llevó a crear una empresa para recoger los desechos fitosanitarios de las granjas (la primera en España). En este punto fundó Indumix Maghreb en Marruecos, donde produce piensos y orienta a los granjeros locales en la producción de leche.
El tratamiento de residuos le llevó a crear Destrupack, primera empresa que recoge documentos y materiales para destruir en el domicilio del cliente. Para ello, importó un camión de Nueva Zelanda y fue el primero en destruir in situ, sin manipular, los documentos. El jurado destacó las cualidades de Roig como persona, la capacidad de gestión e innovación en sus empresas y su adaptación a todas las adversidades.
"Esto nos tiene que dar a conocer; los catalanes solemos trabajar puertas adentro", asegura Plassa. El éxito se completó con un premio de debate para asociados - el de joven emprendedor es abierto- para el equipo catalán, integrado por el leridano Josep Ramon Guiu y los hermanos gerundenses Pere y Jaume Mallol.
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"No sólo la entrega del premio tuvo el fasto de Hollywood, con calles engalanadas, limusinas con banderines, cámaras y hasta la alfombra roja; desde que bajé del avión me trataron como a una estrella: enseguida me di cuenta de que el premio no era cosa de broma, las jóvenes cámaras son muy importantes a nivel mundial", explica ahora el premiado.
En Seúl se habían reunido 8.000 congresistas de todo elmundo y los actos eran cada día portada en los medios informativos. Asistieron 120 países que aglutinan a más de 200.000 miembros en activo. Un antecedente de este premio, que se daba este año por primera vez, era el TOYP, que han obtenido, por ejemplo, Elvis Presley y Bill Clinton y, más recientemente, Linus Torvalds, el creador del software libre Linux.
Todo había empezado con una decepción. Amadeu Roig había invertido mucho tiempo y dinero en redactar un plan de empresa para un concurso que organizaba la Jove Cambra de Lleida. Había tres premios dotados con 6.000, 3.000 y 1.500 euros y no recibió ninguno. "Me dijeron que querían fomentar a los que empezaban y que mi plan era demasiado avanzado; quedé defraudado, porque me lo comunicaron una vez hecho el esfuerzo", explica.
Roig nació en 1966, el último año en que las cámaras consideraban este año ser joven.La Jove Cambra de Lleida lo animó a que se presentara al premio internacional.
Los galardones se entregaban en el 62. º Congreso Mundial de la Junior Chamber International y él optaba al más importante. Cuando llevaba cuatro días en el papel de "estrella de cine" en Seúl, con agasajos cada mañana y cada tarde y visitas protocolarias, le anunciaron que en 24 horas debería defender su proyecto. Tendría cinco minutos para hablar y el jurado le interrogaría durante 15. "Bajé de golpe de la nube, me encerré en la habitación del hotel y me invadió el terror. Entonces tomé una decisión que me salvó", explica el empresario. Fue a encontrar a algunos de los catalanes con los que había viajado a Corea. Al presidente de la FJCC, Josep Maria Plassa, y al vicepresidente, Jordi Solé; al senador (miembro veterano) Mike Dekker, holandés afincado en Barcelona, y a Osmán Vindel, responsable de Relaciones Internacionales.
"Empezamos a trabajar los cinco y enseguida tuvimos claro el plan de acción: yo debía centrarme en explicar mis tres empresas y el espíritu que las mueve en frases breves y efectivas. Quedó claro que lo básico era el principio del gurú del coaching Tom Peters, llamado kiss:"Keep it simple, stupid (hazlo sencillo, estúpido)". Toda la paja debía quedar fuera. Lo esencial era transmitir los valores que Roig había sabido imprimir a sus empresas. Sólo debía contar su historia y no debía aparentar ni inventar nada: empezó a trabajar en la empresa de piensos compuestos de su padre a los 11 años, en verano, para pagarse una moto. Tras estudiar Empresariales, entró a trabajar en el negocio familiar, Amadeo Roig SA. Las cinco diapositivas del power point que preparó hablaban de negocio, pero hacía hincapié en aspectos humanos: cómo conciliar el trabajo con la familia, contribuir al desarrollo de países pobres, desarrollar la creatividad de los trabajadores, preservar el medio ambiente...
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La experiencia con la rumana fue más traumática."Era una chica muy agresiva de solamente 22 años, pelirroja y guapísima, que me explicó de entrada que ella había creado cuatro empresas y yo solamente tres; decía que tenía el mejor currículum y que debía ganar por Rumanía". Yo le repliqué que para mí estar allí ya era un premio, que todo lo demás vendría añadido. "Pensé que lo tenía todo: su juventud, sus empresas..., venía deun país necesitado de iniciativas empresariales y era mujer". Había empezado vendiendo flores por internet, creó una agencia de publicidad y una empresa de diseño de webs y, por fin, una productora que elabora un magazín feminista para televisión.
El leridano manifestó al jurado que procura rodearse de personas mejores que él y que pretende ser un gestor de talentos. "Delego mucho y dejo que la gente se equivoque; quien está conmigo no realiza un trabajo, sino que tiene un proyecto". No pregunta jamás al cliente qué quiere, sino qué problemas tiene. A partir de la experiencia en la empresa de piensos de su padre fundó Indumix, que tuvo un éxito fulgurante, porque ofreció por primera vez alimentos fibrosos personalizados para animales. Enviaba a un veterinario para que estudiase las necesidades de la explotación y preparaba el compuesto adecuado.
Fue también el primero en fabricar piensos ecológicos e introducir en ellos la certificación de calidad, en 1996. El conocimiento de su negocio le llevó a crear una empresa para recoger los desechos fitosanitarios de las granjas (la primera en España). En este punto fundó Indumix Maghreb en Marruecos, donde produce piensos y orienta a los granjeros locales en la producción de leche.
El tratamiento de residuos le llevó a crear Destrupack, primera empresa que recoge documentos y materiales para destruir en el domicilio del cliente. Para ello, importó un camión de Nueva Zelanda y fue el primero en destruir in situ, sin manipular, los documentos. El jurado destacó las cualidades de Roig como persona, la capacidad de gestión e innovación en sus empresas y su adaptación a todas las adversidades.
"Esto nos tiene que dar a conocer; los catalanes solemos trabajar puertas adentro", asegura Plassa. El éxito se completó con un premio de debate para asociados - el de joven emprendedor es abierto- para el equipo catalán, integrado por el leridano Josep Ramon Guiu y los hermanos gerundenses Pere y Jaume Mallol.
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