Cómo se consigue la profesión más feliz
Algunos trabajos, aunque extravagantes, provocan envidia en quien no los tiene. Algunos ejemplos sorprendentes hablan de probadores de camas de lujo que ganan 1.100 euros al mes; catadores de vino blogueros con un sueldo que supera los 7.000 euros mensuales; probadores de atracciones de parque temático o vigilantes de islas paradisíacas... La felicidad en estos empleos no duraría demasiado tiempo, según los expertos, que aseguran que no es la actividad que se realiza la que provoca la realización, sino el valor real que se aporta a la sociedad. lo que no quita para desear un periodo de prácticas en uno de esos empleos...
La condena de los lunes, que viene de los tiempos en los que Adán y Eva fueron obligados a ganarse el pan con el sudor de su frente, no vale exactamente para todos. A lo largo de los siglos, individuos avispados han logrado diseñar atractivos "planes de carrera" que nada tienen que ver con la supuesta maldición del trabajo.
El caso de Ben Southall dio la vuelta al mundo hace pocos meses, y millones de personas envidiaron a este británico que fue seleccionado entre 35000 aspirantes de los cinco continentes para convertirse en vigilante, explorador, promotor y bloguero de Hamilton Island, un archipiélago idílico de la Gran Barrera de Coral en el departamento australiano de Queensland.
Su deseado trabajo podría competir con el de probador de videojuegos, o el de aquellos que hacen Enlace de golosinas, mientras que otra británica –Roisin Madigan, de 22 años– también podría considerarse como dueña de una profesión ideal:Roisin gana 1.000 libras al mes en su nada estresante oficio de probar camas de diseño fabricadas por la firma Simon Horn Ltd., que produce las lujosas Savoir Beds, hechas originalmente para el Hotel Savoy.
Por su parte Tommy Lynch viaja unas 27.000 millas al año por culpa o gracias a su profesión: probar y opinar sobre las atracciones de los parques temáticos que el gigante del ocio First Choice tiene desperdigados por todo el mundo.
Y las bodegas californianas Murphy-Goode, en el condado de Sonoma, pueden considerarse asimismo como un empleador ideal: ofrecen un trabajo retribuido con 10.000 dólares al mes a un experto catador de caldos que se dedique a cantar sus excelencias en Twitter y Facebook. Blogs y vinos se convierten así en una excelente mezcla profesional y en pócima de la felicidad.
Todo esto podría demostrarse científicamente. La Universidad de Chicago mantiene una lista de "satisfacción en el trabajo" en la que, curiosamente, los más felices en su profesión no están demasiado bien pagados, y algunos deben dedicar largas jornadas laborales con altos niveles de estrés.
Según este estudio, los más satisfechos son, por este orden, sacerdotes, bomberos, agentes de viajes, mecánicos y arquitectos, que ocupan el Top 5, seguidos de profesores de educación especial, actores y directores de cine (no se refiere a grandes estrellas), investigadores científicos, ingenieros industriales y pilotos de líneas aéreas.
'Happyshifting '
En un nuevo escenario laboral en el que cobra fuerza la tendencia del happyshifting –que implica la máxima defensa de la idea de que vivimos en una era única, en la que debemos estar decididos a buscar la felicidad a través del trabajo, en vez de resignarnos a pasar ocho horas diarias en un empleo que no nos aporta nada– cabe preguntarse cuáles son los parámetros que definen las profesiones ideales o más felices.
Montserrat Ventosa, directora de Employee Branding, asegura que "las empresas necesitan del talento, la creatividad, la adaptabilidad, y la innovación de las personas. Y a la vez, la gente requiere un trabajo que le llene y contribuya a incrementar su nivel de felicidad". Sin embargo, Ventosa cree que hay que desmitificar el concepto de felicidad, diferenciándolo, de entrada, del placer: "Tiene más que ver con hacer lo correcto, en el momento acertado. Cuando una persona es feliz, no sólo se beneficia ella misma, sino que este estado resulta altamente contagioso y beneficia a la salud de todos. Entramos en estado de fluidez y todo cuesta menos. El happyshifting contribuye a aumentar el capital social de las naciones. Así, parece existir una correlación entre los países más felices, –Suiza o Dinamarca– y su índice de competitividad".
Ventosa recuerda que "los happyshifters tienen una carrera profesional, son emprendedores, y en muchos casos emprendedores sociales. No trabajan menos, sino más; sin que ello tenga un aspecto negativo. No son adictos al trabajo y aman su profesión. Por esta razón, los happyshifters dibujan una línea mucho más fina entre su vida personal y profesional. Al fin y al cabo, tenemos que trabajar y pasar un tercio de nuestro día en el trabajo. Es una parte importantísima de nuestra vida, y no algo opuesto a ésta".
Gustavo Piera, experto en capital humano y presidente del Grupo CMR, explica que "la felicidad en el trabajo no está precisamente en la actividad que se realiza: Debemos conocernos a nosotros mismos, saber cuáles son nuestros conocimientos y habilidades. Hemos de hacer lo que sabemos hacer y aquello con lo que disfrutamos. Ese será el mejor empleo del mundo".
Douglas McEncroe, director de Douglas McEncroe Group, coincide en la necesidad de conocerse y saber cuáles son los propios valores: "Si eliges un trabajo de acuerdo a esto, serás feliz”. McEncroe añade que “en momentos como los actuales, en los que se tiende a querer trabajos fáciles y a ganar mucho dinero sin esfuerzo, es cuando conviene recordar que, al escoger una profesión, quien responda a su propia naturaleza y sea fiel a ella será feliz y tenderá a trabajar duro –incluso sin esperar una recompensa exagerada– y se sentirá realizado".
Gustavo Piera opina que, antes que nada, "conviene que nos preguntemos qué talento y conocimientos tenemos, y cómo son nuestros sueños. Dentro de nosotros están los recursos para solucionar el 70% de nuestros problemas. Cada persona es un mundo y produce sus propios residuos tóxicos. Tenemos que saber cómo crear bienestar, cómo ser verdaderamente libres para escoger la profesión que queremos; en la que somos buenos de verdad". El presidente del Grupo CMR añade a esto la necesidad de ser coherentes: "La gente va al trabajo y allí no deja de pensar en la hora de volver a casa; pero una vez allí, en lugar de disfrutar, no piensa más que en el trabajo. Hay un miedo tóxico –distinto del miedo prudente– que nos paraliza".
Piera concluye que "tener claro todo esto es lo que nos lleva a un estado de ánimo perfecto. El estrés es la diferencia entre lo que quiero hacer y lo que hago; entre los objetivos y la acción. Y así, o cambio mis objetivos, o modifico mi acción".
Monserrat Ventosa coincide asimismo en que los happyshifters son personas que han vivido un proceso de desarrollo personal que les ha llevado a algo tan antiguo como la máxima de "conócete a ti mismo". Se trata de un reclamo para dejar de buscar fuera algo que está dentro de nosotros mismos: el secreto de la felicidad. Se sienten cómodos en el lenguaje de las emociones, no tienen miedo de escuchar a su conciencia y se plantean a menudo la cuestión '¿estoy haciendo lo que quiero estar haciendo? '. Cuando la respuesta es negativa, no dudan en llevar a cabo los cambios necesarios para que la respuesta siempre sea 'sí '".
Labor y valor
Jorge Cagigas, socio director de Epícteles, habla de la confusión de dos términos –labor y trabajo– que tienen un orígen etimológico diferente. "Mientras el primero se refiere a las labores domésticas, a los trabajos de subsistencia que se consumen inmediatamente, el segundo alude a lo que el ciudadano realiza como un servicio a la sociedad". Cagigas explica que "hoy tenemos empleos muy variados en los que se debe ver si la actividad nos resulta interesante o atractiva. Los trabajos atractivos lo son más por las tareas que estos implican que por el sentido que tienen, y existe una confusión entre las actividades sugestivas y las que aportan valor. Los empleos que producen mayor satisfacción son los que implican un mayor grado de realización personal, y se basan por tanto en las actividades que aportan un mayor valor".
Cagigas cree que encontrar la felicidad laboral no pasa por actividades que se refieran a cubrir las necesidades domésticas, ni que sean atractivos por el hecho de lo que se haga en ellos –puede ser una motivación muy corta, por muy deslumbrante que parezca el empleo–. La clave está en que ofrezcan una aportación valiosa a la sociedad.
Montserrat Ventosa concluye que la felicidad laboral tiene mucho que ver con la actitud de reinventar el propio futuro. La mejor manera de predecir el porvenir es cambiarlo uno mismo. "Se trata de un cambio de chip, una alternativa al victimismo y al pesimismo; a dar el poder a 'otros ' para que determinen nuestro futuro".
Los happyshifters pasan de víctimas a protagonistas; cambian la queja por la acción y se representan a ellos mismos, tomando la responsabilidad de su bienestar.
La felicidad laboral en 10 'Mandamientos '
Lo más parecido a una receta para cocinar la felicidad en el trabajo son estos 'Mandamientos ' elaborados por Montse Ventosa, directora de Employee Branding:
- Céntrate más que nunca en lo que está en tu mano influir. Focalízate en aquello en lo que puedes actuar y cambiar.
- Haz lo que has dicho que vas a hacer. Y si no puedes hacerlo, ¡dílo! Promete menos y haz más.
- Crea tu propia marca. Sé coherente y consistente. Evita hipocresías. Que tus acciones y tus palabras siguan una línea confiable.
- Date permiso para estar estresado, pero no pierdas los papeles, ni permitas que los nervios se apoderen de ti.
- Sé responsable, flexible y adaptable.
- Márcate pequeñas metas que puedas conseguir. Celebra que las has conseguido y comunica a tu jefe que las has logrado.
- No critiques. Busca la información veraz en tus jefes. No pidas cosas irracionales. En tiempos difíciles lo que importa es que el trabajo salga y lograr soluciones innovadoras.
- Trabaja en equipo, colabora y coopera.
- Da lo mejor de ti. Nuevas formas de hacer y de ser más eficiente.
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¡Feliz, feliz en tu Cía!
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La condena de los lunes, que viene de los tiempos en los que Adán y Eva fueron obligados a ganarse el pan con el sudor de su frente, no vale exactamente para todos. A lo largo de los siglos, individuos avispados han logrado diseñar atractivos "planes de carrera" que nada tienen que ver con la supuesta maldición del trabajo.
El caso de Ben Southall dio la vuelta al mundo hace pocos meses, y millones de personas envidiaron a este británico que fue seleccionado entre 35000 aspirantes de los cinco continentes para convertirse en vigilante, explorador, promotor y bloguero de Hamilton Island, un archipiélago idílico de la Gran Barrera de Coral en el departamento australiano de Queensland.
Su deseado trabajo podría competir con el de probador de videojuegos, o el de aquellos que hacen Enlace de golosinas, mientras que otra británica –Roisin Madigan, de 22 años– también podría considerarse como dueña de una profesión ideal:Roisin gana 1.000 libras al mes en su nada estresante oficio de probar camas de diseño fabricadas por la firma Simon Horn Ltd., que produce las lujosas Savoir Beds, hechas originalmente para el Hotel Savoy.
Por su parte Tommy Lynch viaja unas 27.000 millas al año por culpa o gracias a su profesión: probar y opinar sobre las atracciones de los parques temáticos que el gigante del ocio First Choice tiene desperdigados por todo el mundo.
Y las bodegas californianas Murphy-Goode, en el condado de Sonoma, pueden considerarse asimismo como un empleador ideal: ofrecen un trabajo retribuido con 10.000 dólares al mes a un experto catador de caldos que se dedique a cantar sus excelencias en Twitter y Facebook. Blogs y vinos se convierten así en una excelente mezcla profesional y en pócima de la felicidad.
Todo esto podría demostrarse científicamente. La Universidad de Chicago mantiene una lista de "satisfacción en el trabajo" en la que, curiosamente, los más felices en su profesión no están demasiado bien pagados, y algunos deben dedicar largas jornadas laborales con altos niveles de estrés.
Según este estudio, los más satisfechos son, por este orden, sacerdotes, bomberos, agentes de viajes, mecánicos y arquitectos, que ocupan el Top 5, seguidos de profesores de educación especial, actores y directores de cine (no se refiere a grandes estrellas), investigadores científicos, ingenieros industriales y pilotos de líneas aéreas.
'Happyshifting '
En un nuevo escenario laboral en el que cobra fuerza la tendencia del happyshifting –que implica la máxima defensa de la idea de que vivimos en una era única, en la que debemos estar decididos a buscar la felicidad a través del trabajo, en vez de resignarnos a pasar ocho horas diarias en un empleo que no nos aporta nada– cabe preguntarse cuáles son los parámetros que definen las profesiones ideales o más felices.
Montserrat Ventosa, directora de Employee Branding, asegura que "las empresas necesitan del talento, la creatividad, la adaptabilidad, y la innovación de las personas. Y a la vez, la gente requiere un trabajo que le llene y contribuya a incrementar su nivel de felicidad". Sin embargo, Ventosa cree que hay que desmitificar el concepto de felicidad, diferenciándolo, de entrada, del placer: "Tiene más que ver con hacer lo correcto, en el momento acertado. Cuando una persona es feliz, no sólo se beneficia ella misma, sino que este estado resulta altamente contagioso y beneficia a la salud de todos. Entramos en estado de fluidez y todo cuesta menos. El happyshifting contribuye a aumentar el capital social de las naciones. Así, parece existir una correlación entre los países más felices, –Suiza o Dinamarca– y su índice de competitividad".
Ventosa recuerda que "los happyshifters tienen una carrera profesional, son emprendedores, y en muchos casos emprendedores sociales. No trabajan menos, sino más; sin que ello tenga un aspecto negativo. No son adictos al trabajo y aman su profesión. Por esta razón, los happyshifters dibujan una línea mucho más fina entre su vida personal y profesional. Al fin y al cabo, tenemos que trabajar y pasar un tercio de nuestro día en el trabajo. Es una parte importantísima de nuestra vida, y no algo opuesto a ésta".
Gustavo Piera, experto en capital humano y presidente del Grupo CMR, explica que "la felicidad en el trabajo no está precisamente en la actividad que se realiza: Debemos conocernos a nosotros mismos, saber cuáles son nuestros conocimientos y habilidades. Hemos de hacer lo que sabemos hacer y aquello con lo que disfrutamos. Ese será el mejor empleo del mundo".
Douglas McEncroe, director de Douglas McEncroe Group, coincide en la necesidad de conocerse y saber cuáles son los propios valores: "Si eliges un trabajo de acuerdo a esto, serás feliz”. McEncroe añade que “en momentos como los actuales, en los que se tiende a querer trabajos fáciles y a ganar mucho dinero sin esfuerzo, es cuando conviene recordar que, al escoger una profesión, quien responda a su propia naturaleza y sea fiel a ella será feliz y tenderá a trabajar duro –incluso sin esperar una recompensa exagerada– y se sentirá realizado".
Gustavo Piera opina que, antes que nada, "conviene que nos preguntemos qué talento y conocimientos tenemos, y cómo son nuestros sueños. Dentro de nosotros están los recursos para solucionar el 70% de nuestros problemas. Cada persona es un mundo y produce sus propios residuos tóxicos. Tenemos que saber cómo crear bienestar, cómo ser verdaderamente libres para escoger la profesión que queremos; en la que somos buenos de verdad". El presidente del Grupo CMR añade a esto la necesidad de ser coherentes: "La gente va al trabajo y allí no deja de pensar en la hora de volver a casa; pero una vez allí, en lugar de disfrutar, no piensa más que en el trabajo. Hay un miedo tóxico –distinto del miedo prudente– que nos paraliza".
Piera concluye que "tener claro todo esto es lo que nos lleva a un estado de ánimo perfecto. El estrés es la diferencia entre lo que quiero hacer y lo que hago; entre los objetivos y la acción. Y así, o cambio mis objetivos, o modifico mi acción".
Monserrat Ventosa coincide asimismo en que los happyshifters son personas que han vivido un proceso de desarrollo personal que les ha llevado a algo tan antiguo como la máxima de "conócete a ti mismo". Se trata de un reclamo para dejar de buscar fuera algo que está dentro de nosotros mismos: el secreto de la felicidad. Se sienten cómodos en el lenguaje de las emociones, no tienen miedo de escuchar a su conciencia y se plantean a menudo la cuestión '¿estoy haciendo lo que quiero estar haciendo? '. Cuando la respuesta es negativa, no dudan en llevar a cabo los cambios necesarios para que la respuesta siempre sea 'sí '".
Labor y valor
Jorge Cagigas, socio director de Epícteles, habla de la confusión de dos términos –labor y trabajo– que tienen un orígen etimológico diferente. "Mientras el primero se refiere a las labores domésticas, a los trabajos de subsistencia que se consumen inmediatamente, el segundo alude a lo que el ciudadano realiza como un servicio a la sociedad". Cagigas explica que "hoy tenemos empleos muy variados en los que se debe ver si la actividad nos resulta interesante o atractiva. Los trabajos atractivos lo son más por las tareas que estos implican que por el sentido que tienen, y existe una confusión entre las actividades sugestivas y las que aportan valor. Los empleos que producen mayor satisfacción son los que implican un mayor grado de realización personal, y se basan por tanto en las actividades que aportan un mayor valor".
Cagigas cree que encontrar la felicidad laboral no pasa por actividades que se refieran a cubrir las necesidades domésticas, ni que sean atractivos por el hecho de lo que se haga en ellos –puede ser una motivación muy corta, por muy deslumbrante que parezca el empleo–. La clave está en que ofrezcan una aportación valiosa a la sociedad.
Montserrat Ventosa concluye que la felicidad laboral tiene mucho que ver con la actitud de reinventar el propio futuro. La mejor manera de predecir el porvenir es cambiarlo uno mismo. "Se trata de un cambio de chip, una alternativa al victimismo y al pesimismo; a dar el poder a 'otros ' para que determinen nuestro futuro".
Los happyshifters pasan de víctimas a protagonistas; cambian la queja por la acción y se representan a ellos mismos, tomando la responsabilidad de su bienestar.
La felicidad laboral en 10 'Mandamientos '
Lo más parecido a una receta para cocinar la felicidad en el trabajo son estos 'Mandamientos ' elaborados por Montse Ventosa, directora de Employee Branding:
- Céntrate más que nunca en lo que está en tu mano influir. Focalízate en aquello en lo que puedes actuar y cambiar.
- Haz lo que has dicho que vas a hacer. Y si no puedes hacerlo, ¡dílo! Promete menos y haz más.
- Crea tu propia marca. Sé coherente y consistente. Evita hipocresías. Que tus acciones y tus palabras siguan una línea confiable.
- Date permiso para estar estresado, pero no pierdas los papeles, ni permitas que los nervios se apoderen de ti.
- Sé responsable, flexible y adaptable.
- Márcate pequeñas metas que puedas conseguir. Celebra que las has conseguido y comunica a tu jefe que las has logrado.
- No critiques. Busca la información veraz en tus jefes. No pidas cosas irracionales. En tiempos difíciles lo que importa es que el trabajo salga y lograr soluciones innovadoras.
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