Gen Y Execs Shake Up Office Culture [Los ejecutivos de la generación Y sacuden la cultura de oficina]
Nueva York es considerado un vivero de start-ups impulsadas por personas de la generación Y, las nacidas entre 1977 y 2000. En estas pequeñas compañías, la tecnología, la comunicación informal y continua a través de la Red y la preocupación por el medio ambiente son cruciales. Y parece que estas nuevas prácticas se pueden acabar extendiendo a todo el ecosistema empresarial en pocos años.
Es un día más para los tipos de Let’s Gift It. Tres de los seis empleados de esta start-up de Manhattan, que incluye personas también en Cleveland y Boston, participan en una videoconferencia a través de Google+ Hangouts [“quedadas” en la red social por videoconferencia] mientras trabajan en una propuesta a través de Google Docs. A lo largo del día, su Director General y Cofundador Ryan O’Donnell se comunica con su equipo, todas personas de la generación Y, a través del chat de Skype y de mensajes de texto.
Más tarde, O’Donnell envía varios acuerdos de confidencialidad a potenciales socios usando un servicio online. A sus 30 años le gusta reducir así la necesidad de imprimir, haciendo que el proceso sea ecológico y eficiente.
“Trabajamos con la filosofía de ‘Trabaja más y más rápido’,” afirma O’Donnell, cuya compañía, una plataforma con un año de vida para que las personas compren regalos en grupo, no tiene todavía beneficios.
Bienvenidos al mundo de las start-up de la generación Y: compañías de web 2.0 fundadas y en las que trabajan miembros de la generación de los millennials. No hay una definición breve y acotada para este grupo demográfico. Incluye a personas nacidas entre 1977 y el 2000, según varios expertos.
Pero estos jóvenes emprendedores comparten algunas características y valores comunes. Han crecido en un periodo de gran cambio tecnológico, viven y respiran tecnología, y dan por hecha la comunicación informal que Internet alberga, según Gary Whitehill, que trabaja con muchas start-ups jóvenes como Fundador de Relentless Foundation en Manhattan, que promueve la emprendeduría, y la New York Entrepreneur Week.
Los individuos de la generación Y están cómodos trabajando con una plantilla dispersa, en la que sus compañeros de oficina se sientan en escritorios muy lejos de Nueva York. (El socio de O’Donnell, por ejemplo, vive en Ohio.)
“La tecnología es la que lo hace posible,” opina Nick Seguin, manager de emprendeduría de la Kauffman Foundation, que se dedica a promover la emprendeduría. Y ser tan ecológicos como sea posible es casi un impulso automático de los que han crecido en un periodo de gran preocupación por el medio ambiente. “Es simplemente algo del día a día,” explica Brian Cohen, Vicepresidente de New York Angels, un grupo de inversores.
Muchas de las start-ups de generación Y en Nueva York tienen un impacto limitado por ahora. Pero a medida que estas compañías crezcan y se extienda su modus operandi –o algunos de los que se están formando en ellas se vayan a trabajar a otros sitios– su cultura organizativa seguramente tendrá un mayor efecto a largo plazo en el ecosistema empresarial. Kauffman Foundation publicó en 2010 que el 20% de las personas de la generación Y han creado una empresa, y cerca del 40% tienen la intención de hacerlo.
“Los emprendedores de la generación Y están dirigiendo sus compañías con nuevas formas de hacer, y probablemente cambiarán la forma de gestionar las empresas durante un largo tiempo en el futuro,” dice Jennifer Kushell, Presidenta de Young & Successful Media Corp., una consultora que asesora a muchas empresas de Nueva York en trabajar con la generación Y. La ciudad de Nueva York, un caldo de cultivo de este tipo de start-ups, quizás está probando el terreno para el futuro, junto con otros centros como Silicon Valley.
Una de las diferencias más obvias en el modo en que operan las start-ups de la generación Y está, por supuesto, en su predilección por la comunicación digital, que hace que, en comparación, la adicción a la BlackBerry de la generación anterior quede en nada.
“No me acuerdo de la última vez que recibí una llamada telefónica de alguien de la generación Y,” cuenta Jeff Stewart, un emprendedor en serie e inversor, cuya empresa, Lenddo.com, ayuda a conceder créditos a personas de países en vías de desarrollo.
El equipo de Nothing But Gold Productions, una plataforma multimedia de noticias financieras con sede en Nueva York, trabaja de una forma típica para una start-up de la generación Y. Sus diez empleados se comunican continuamente a través de una mezcla de mensajes de texto, Facebook y Twitter.
“Si necesito encontrar a uno de los miembros de mi equipo, lo encontraré más rápido a través de Twitter que llamándole,” afirma su Directora General, Nicole Lapin, de 27 años. Esta empresa de un año y medio de vida tiene unos beneficios de “más de 100.000 dólares.” También utilizan una aplicación que se llama HootSuite para gestionar las cuentas de Twitter de todos, una herramienta que Lapin deja siempre abierta.
El sistema es similar en Wanderfly, una web de viajes de 10 empleados con sede en Brooklyn que empezó a funcionar hace un año. En lugar de girarse y formular a uno de sus siete compañeros una pregunta, la cofundadora Christy Liu, de 30 años, normalmente envía un mensaje privado en Facebook.
“Es mucho más fácil que hablar a gritos en la sala y más adecuado para lograr un ambiente de concentración en el trabajo,” dice Liu.
Para la generación Y, se trata de una necesidad de feedback instantáneo, según la consultora Kushell. “Todo es en tiempo real,” opina Brandon Evans, de 34 años, fundador de Crowdtad, una start-up de 2 años y medio de Manhattan con 25 empleados, la mayoría de la generación Y, y más de 2 millones de dólares en ingresos al año. “Sabes en qué anda metido todo el mundo porque estamos todos conectados.”
Eso no quiere decir que nunca haya reuniones cara a cara. En Crowdtad, Evans y su equipo se comunican online “a cada momento del día.” Igualmente, Evans convoca regularmente reuniones presenciales, aunque se asegura de que sean breves haciendo que los asistentes se queden de pie.
Debido a que se sienten cómodos en equipos extensos, muchas start-ups de la generación Y están ampliando la definición de qué significa ser una compañía con sede en Nueva York. Por ejemplo Wanderfly. Sus fundadores –todos millennials, al igual que los empleados– están en Nueva York. Pero tres de sus trabajadores están en Quebec, Minneapolis y Los Angeles. Wanderfly también utiliza las Google+ Hangouts para mantener a su plantilla conectada. Hay una pantalla de televisión de 46 pulgadas encendida entre 40 y 60 horas a la semana, con un cuadrante para cada desarrollador. Cuando una persona habla, la pantalla engrandece la imagen de ese individuo, permitiendo que todo el mundo, en palabras de Liu, “sienta que nuestro equipo está aquí mismo.”
Liu espera seguir contando con una plantilla distribuida geográficamente a medida que la compañía crezca –una preferencia que según Kushell muchos emprendedores de la generación Y comparten.
Las prácticas ecológicas son también clave para muchos de ellos, incluso para los que no se ven a ellos mismos como pioneros de la sostenibilidad.
La preocupación por el medio ambiente puede hacer que sus compañeros más veteranos anden con más cuidado. En Wonderfactory, una empresa de publicidad digital de Manhattan con unos beneficios de 7,9 millones de dólares, su Cofundador Joe McCambley, de 55 años, cuenta que sus empleados se han indignado más de una vez cuando les entregaba impresos de propuestas o proyectos. Gran parte de su equipo de 30 personas tiene 30 años o menos. “Se ofenden de verdad,” explica. “Me preguntan ‘¿por qué imprimes estas cosas si podemos verlas en un monitor de 61 pulgadas?’”
“Se trata de las pequeñas decisiones que cada uno toma a diario,” concluye McCambley. Estas decisiones que parecen menores seguramente acaben conformando un entorno de trabajo muy diferente en el futuro.
* Field, Anne. “Gen Y Execs Shake Up Office Culture”. Workforce Management Online, 06/03/2012 (Artículo consultado on line el 28/03/2012).
Acceso a la noticia: http://www.workforce.com/article/20120306/NEWS02/120309979
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Es un día más para los tipos de Let’s Gift It. Tres de los seis empleados de esta start-up de Manhattan, que incluye personas también en Cleveland y Boston, participan en una videoconferencia a través de Google+ Hangouts [“quedadas” en la red social por videoconferencia] mientras trabajan en una propuesta a través de Google Docs. A lo largo del día, su Director General y Cofundador Ryan O’Donnell se comunica con su equipo, todas personas de la generación Y, a través del chat de Skype y de mensajes de texto.
Más tarde, O’Donnell envía varios acuerdos de confidencialidad a potenciales socios usando un servicio online. A sus 30 años le gusta reducir así la necesidad de imprimir, haciendo que el proceso sea ecológico y eficiente.
“Trabajamos con la filosofía de ‘Trabaja más y más rápido’,” afirma O’Donnell, cuya compañía, una plataforma con un año de vida para que las personas compren regalos en grupo, no tiene todavía beneficios.
Bienvenidos al mundo de las start-up de la generación Y: compañías de web 2.0 fundadas y en las que trabajan miembros de la generación de los millennials. No hay una definición breve y acotada para este grupo demográfico. Incluye a personas nacidas entre 1977 y el 2000, según varios expertos.
Pero estos jóvenes emprendedores comparten algunas características y valores comunes. Han crecido en un periodo de gran cambio tecnológico, viven y respiran tecnología, y dan por hecha la comunicación informal que Internet alberga, según Gary Whitehill, que trabaja con muchas start-ups jóvenes como Fundador de Relentless Foundation en Manhattan, que promueve la emprendeduría, y la New York Entrepreneur Week.
Los individuos de la generación Y están cómodos trabajando con una plantilla dispersa, en la que sus compañeros de oficina se sientan en escritorios muy lejos de Nueva York. (El socio de O’Donnell, por ejemplo, vive en Ohio.)
“La tecnología es la que lo hace posible,” opina Nick Seguin, manager de emprendeduría de la Kauffman Foundation, que se dedica a promover la emprendeduría. Y ser tan ecológicos como sea posible es casi un impulso automático de los que han crecido en un periodo de gran preocupación por el medio ambiente. “Es simplemente algo del día a día,” explica Brian Cohen, Vicepresidente de New York Angels, un grupo de inversores.
Muchas de las start-ups de generación Y en Nueva York tienen un impacto limitado por ahora. Pero a medida que estas compañías crezcan y se extienda su modus operandi –o algunos de los que se están formando en ellas se vayan a trabajar a otros sitios– su cultura organizativa seguramente tendrá un mayor efecto a largo plazo en el ecosistema empresarial. Kauffman Foundation publicó en 2010 que el 20% de las personas de la generación Y han creado una empresa, y cerca del 40% tienen la intención de hacerlo.
“Los emprendedores de la generación Y están dirigiendo sus compañías con nuevas formas de hacer, y probablemente cambiarán la forma de gestionar las empresas durante un largo tiempo en el futuro,” dice Jennifer Kushell, Presidenta de Young & Successful Media Corp., una consultora que asesora a muchas empresas de Nueva York en trabajar con la generación Y. La ciudad de Nueva York, un caldo de cultivo de este tipo de start-ups, quizás está probando el terreno para el futuro, junto con otros centros como Silicon Valley.
Una de las diferencias más obvias en el modo en que operan las start-ups de la generación Y está, por supuesto, en su predilección por la comunicación digital, que hace que, en comparación, la adicción a la BlackBerry de la generación anterior quede en nada.
“No me acuerdo de la última vez que recibí una llamada telefónica de alguien de la generación Y,” cuenta Jeff Stewart, un emprendedor en serie e inversor, cuya empresa, Lenddo.com, ayuda a conceder créditos a personas de países en vías de desarrollo.
El equipo de Nothing But Gold Productions, una plataforma multimedia de noticias financieras con sede en Nueva York, trabaja de una forma típica para una start-up de la generación Y. Sus diez empleados se comunican continuamente a través de una mezcla de mensajes de texto, Facebook y Twitter.
“Si necesito encontrar a uno de los miembros de mi equipo, lo encontraré más rápido a través de Twitter que llamándole,” afirma su Directora General, Nicole Lapin, de 27 años. Esta empresa de un año y medio de vida tiene unos beneficios de “más de 100.000 dólares.” También utilizan una aplicación que se llama HootSuite para gestionar las cuentas de Twitter de todos, una herramienta que Lapin deja siempre abierta.
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“Es mucho más fácil que hablar a gritos en la sala y más adecuado para lograr un ambiente de concentración en el trabajo,” dice Liu.
Para la generación Y, se trata de una necesidad de feedback instantáneo, según la consultora Kushell. “Todo es en tiempo real,” opina Brandon Evans, de 34 años, fundador de Crowdtad, una start-up de 2 años y medio de Manhattan con 25 empleados, la mayoría de la generación Y, y más de 2 millones de dólares en ingresos al año. “Sabes en qué anda metido todo el mundo porque estamos todos conectados.”
Eso no quiere decir que nunca haya reuniones cara a cara. En Crowdtad, Evans y su equipo se comunican online “a cada momento del día.” Igualmente, Evans convoca regularmente reuniones presenciales, aunque se asegura de que sean breves haciendo que los asistentes se queden de pie.
Debido a que se sienten cómodos en equipos extensos, muchas start-ups de la generación Y están ampliando la definición de qué significa ser una compañía con sede en Nueva York. Por ejemplo Wanderfly. Sus fundadores –todos millennials, al igual que los empleados– están en Nueva York. Pero tres de sus trabajadores están en Quebec, Minneapolis y Los Angeles. Wanderfly también utiliza las Google+ Hangouts para mantener a su plantilla conectada. Hay una pantalla de televisión de 46 pulgadas encendida entre 40 y 60 horas a la semana, con un cuadrante para cada desarrollador. Cuando una persona habla, la pantalla engrandece la imagen de ese individuo, permitiendo que todo el mundo, en palabras de Liu, “sienta que nuestro equipo está aquí mismo.”
Liu espera seguir contando con una plantilla distribuida geográficamente a medida que la compañía crezca –una preferencia que según Kushell muchos emprendedores de la generación Y comparten.
Las prácticas ecológicas son también clave para muchos de ellos, incluso para los que no se ven a ellos mismos como pioneros de la sostenibilidad.
La preocupación por el medio ambiente puede hacer que sus compañeros más veteranos anden con más cuidado. En Wonderfactory, una empresa de publicidad digital de Manhattan con unos beneficios de 7,9 millones de dólares, su Cofundador Joe McCambley, de 55 años, cuenta que sus empleados se han indignado más de una vez cuando les entregaba impresos de propuestas o proyectos. Gran parte de su equipo de 30 personas tiene 30 años o menos. “Se ofenden de verdad,” explica. “Me preguntan ‘¿por qué imprimes estas cosas si podemos verlas en un monitor de 61 pulgadas?’”
“Se trata de las pequeñas decisiones que cada uno toma a diario,” concluye McCambley. Estas decisiones que parecen menores seguramente acaben conformando un entorno de trabajo muy diferente en el futuro.
* Field, Anne. “Gen Y Execs Shake Up Office Culture”. Workforce Management Online, 06/03/2012 (Artículo consultado on line el 28/03/2012).
Acceso a la noticia: http://www.workforce.com/article/20120306/NEWS02/120309979
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