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Consciencia emocional y el necesario equilibrio entre hard y soft skills

Podemos enmascarar una ojera o una arruga, nunca lo que sentimos. Nuestras palabras, nuestro tono de voz y nuestra corporalidad transmiten constantemente las emociones que habitan en nuestro cuerpo, seamos conscientes o no de esta revelación no autorizada. Somos humanos y somos emoción. A pesar de los avances científicos y tecnológicos con impactos tan positivos en nuestra vida profesional y en nuestra salud y bienestar, percibo que aún existen lagunas de conocimiento relacionadas con aspectos básicos y humanos, carencias que nos afectan profundamente como personas, en nuestro convivir con uno mismo y con los demás.

¿Cuánto sabemos sobre el impacto de las emociones y sentimientos en el logro de nuestras metas, personales y colectivas?

Además de un desconocimiento generalizado en inteligencia emocional, es perceptible un desequilibrio entre el nivel de desarrollo alcanzado en lo técnico y lo racional —las llamadas competencias hard— y el desarrollo de lo emocional, de las competencias soft.

Las emociones en los equipos

Hay personas que en sus equipos de trabajo no son conscientes de las robustas máscaras tras las que habitan, el sufrimiento que eso les genera y la repercusión que tiene en la consecución de sus objetivos: cuantitativos, de bienestar personal, y salud física y mental. Creen que así se protegen de sus sentimientos y que no expresar lo que sienten es igual a no sentir.

Como ellos, muchos hemos heredado esta creencia de que controlar las emociones es la mejor solución y que, al hacerlo, desaparecen. La experiencia muestra lo contrario: ni las controlamos ni desaparecen y, al intentarlo, nos alejamos de vivir en armonía emocional con nosotros mismos y con el equipo.

El acto de controlar lo que sentimos está impulsado por la emoción del miedo. El miedo funcional nos invita a reflexionar, a analizar, a prever y anticipar algunos obstáculos, puede ser disfuncional cuando pretendemos tenerlo todo controlado y bloquea nuestra valentía y asunción de riesgos ante los imprevistos.

Si pertenecemos a un equipo en el que la emoción del miedo disfuncional es la predominante, dejamos de generar vínculos genuinos de confianza, no mostramos nuestra vulnerabilidad ni autenticidad. La creatividad y la innovación quedan ahogadas entre nuestras máscaras y miedos. El miedo al error, al qué dirán, a no estar a la altura, a no ser capaz, a no ser aceptado, son sombras que impiden mostrar nuestra luz: el potencial y talento personal de cada uno.

Las emociones orquestan nuestra vida

Las emociones actúan como una brújula, nos orientan y nos dan una valiosa información con relación a lo que es significativo para nosotros. Están presentes en todo lo que hacemos, en nuestras decisiones y renuncias y, para gestionarlas, necesitamos abrirles la puerta con curiosidad y escuchar el mensaje que nos traen.

Todas las emociones son necesarias, cada una aporta su valor, su información, como se muestra en la tabla:

imagen-1-blog-eec.png

En un mundo cada vez más tecnológico, lo que nos humaniza es conectar
con las personas de nuestro equipo, escuchar y gestionar los cambios de estado de ánimo que tenemos en respuesta a las situaciones que vivimos. De esa forma, podremos diseñar las emociones que necesitamos para actuar en coherencia a lo que queremos conseguir.

Demasiados equipos creen que "mostrar alegría es poco profesional" y que "si te ven triste creerán que eres débil", y ahogan las alegrías por lo conseguido y las penas o frustraciones por lo no logrado.

Para ser equipo, precisamos desarrollar nuevas y poderosas competencias relacionadas con nuestra emocionalidad, como la escucha empática, que es clave para crear un contexto de confianza y seguridad psicológica, libre de juicio y grande en aceptación, que permita mostrar nuestra vulnerabilidad. Sin confianza y aceptación del otro, no hay equipo.

En las organizaciones urge un liderazgo inspirado en el amor. Hablar de amor en un equipo es hablar de confianza inteligente, como eje central en nuestras relaciones. Significa que, como sistema, nos coordinamos y relacionamos desde la mutua aceptación. Es una actitud en la forma que elegimos vivir, que tiene en cuenta al otro con su singularidad, incluye la diversidad y fomenta la colaboración versus la competitividad.

La competitividad conlleva la negación del otro, busca imponer un juicio, creyendo que de esa forma somos superiores.

¿Y si en lugar de pretender superar al otro, tratamos de superarnos a nosotros mismos? Para que esto ocurra en los equipos, como seres humanos que somos, necesitamos de los demás. La autosuficiencia, por mucho valor y reconocimiento que tenga en determinados entornos, es una máscara más del miedo.

Hoy somos equipo y mañana ya no, nuestras vidas transcurren en entornos de alta volatilidad, en relaciones líquidas, en contextos y equipos líquidos, como dice Zygmunt Bauman.

Tejer confianzas sinceras y genuinas con agilidad es una llave que nos abre a la posibilidad de conseguir nuestros objetivos: resultados cuantitativos, bienestar personal, y salud física y mental. Liderarnos y liderar a los demás desde el amor constituye una poderosa herramienta.

"La confianza se crea cuando alguien se muestra vulnerable y no se saca provecho de ello." Bob Vanourek 

Manuela Rama; coach, experta en cambio organizacional y
facilitadora en Escuela Europea de Coaching

Para seguir leyendo más de Coaching Ejecutivo: https://www.escuelacoaching.com/blog-coaching/

Manuela Rama; coach, experta en cambio organizacional y facilitadora en Escuela Europea de Coaching

Podemos enmascarar una ojera o una arruga, nunca lo que sentimos. Nuestras palabras, nuestro tono de voz y nuestra corporalidad transmiten constantemente las emociones que habitan en nuestro cuerpo, seamos conscientes o no de esta revelación no autorizada. Somos humanos y somos emoción. A pesar de los avances científicos y tecnológicos con impactos tan positivos en nuestra vida profesional y en nuestra salud y bienestar, percibo que aún existen lagunas de conocimiento relacionadas con aspectos básicos y humanos, carencias que nos afectan profundamente como personas, en nuestro convivir con uno mismo y con los demás.

¿Cuánto sabemos sobre el impacto de las emociones y sentimientos en el logro de nuestras metas, personales y colectivas?

Además de un desconocimiento generalizado en inteligencia emocional, es perceptible un desequilibrio entre el nivel de desarrollo alcanzado en lo técnico y lo racional —las llamadas competencias hard— y el desarrollo de lo emocional, de las competencias soft.

Las emociones en los equipos

Hay personas que en sus equipos de trabajo no son conscientes de las robustas máscaras tras las que habitan, el sufrimiento que eso les genera y la repercusión que tiene en la consecución de sus objetivos: cuantitativos, de bienestar personal, y salud física y mental. Creen que así se protegen de sus sentimientos y que no expresar lo que sienten es igual a no sentir.

Como ellos, muchos hemos heredado esta creencia de que controlar las emociones es la mejor solución y que, al hacerlo, desaparecen. La experiencia muestra lo contrario: ni las controlamos ni desaparecen y, al intentarlo, nos alejamos de vivir en armonía emocional con nosotros mismos y con el equipo.

El acto de controlar lo que sentimos está impulsado por la emoción del miedo. El miedo funcional nos invita a reflexionar, a analizar, a prever y anticipar algunos obstáculos, puede ser disfuncional cuando pretendemos tenerlo todo controlado y bloquea nuestra valentía y asunción de riesgos ante los imprevistos.

Si pertenecemos a un equipo en el que la emoción del miedo disfuncional es la predominante, dejamos de generar vínculos genuinos de confianza, no mostramos nuestra vulnerabilidad ni autenticidad. La creatividad y la innovación quedan ahogadas entre nuestras máscaras y miedos. El miedo al error, al qué dirán, a no estar a la altura, a no ser capaz, a no ser aceptado, son sombras que impiden mostrar nuestra luz: el potencial y talento personal de cada uno.

Las emociones orquestan nuestra vida

Las emociones actúan como una brújula, nos orientan y nos dan una valiosa información con relación a lo que es significativo para nosotros. Están presentes en todo lo que hacemos, en nuestras decisiones y renuncias y, para gestionarlas, necesitamos abrirles la puerta con curiosidad y escuchar el mensaje que nos traen.

Todas las emociones son necesarias, cada una aporta su valor, su información, como se muestra en la tabla:

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En un mundo cada vez más tecnológico, lo que nos humaniza es conectar
con las personas de nuestro equipo, escuchar y gestionar los cambios de estado de ánimo que tenemos en respuesta a las situaciones que vivimos. De esa forma, podremos diseñar las emociones que necesitamos para actuar en coherencia a lo que queremos conseguir.

Demasiados equipos creen que "mostrar alegría es poco profesional" y que "si te ven triste creerán que eres débil", y ahogan las alegrías por lo conseguido y las penas o frustraciones por lo no logrado.

Para ser equipo, precisamos desarrollar nuevas y poderosas competencias relacionadas con nuestra emocionalidad, como la escucha empática, que es clave para crear un contexto de confianza y seguridad psicológica, libre de juicio y grande en aceptación, que permita mostrar nuestra vulnerabilidad. Sin confianza y aceptación del otro, no hay equipo.

En las organizaciones urge un liderazgo inspirado en el amor. Hablar de amor en un equipo es hablar de confianza inteligente, como eje central en nuestras relaciones. Significa que, como sistema, nos coordinamos y relacionamos desde la mutua aceptación. Es una actitud en la forma que elegimos vivir, que tiene en cuenta al otro con su singularidad, incluye la diversidad y fomenta la colaboración versus la competitividad.

La competitividad conlleva la negación del otro, busca imponer un juicio, creyendo que de esa forma somos superiores.

¿Y si en lugar de pretender superar al otro, tratamos de superarnos a nosotros mismos? Para que esto ocurra en los equipos, como seres humanos que somos, necesitamos de los demás. La autosuficiencia, por mucho valor y reconocimiento que tenga en determinados entornos, es una máscara más del miedo.

Hoy somos equipo y mañana ya no, nuestras vidas transcurren en entornos de alta volatilidad, en relaciones líquidas, en contextos y equipos líquidos, como dice Zygmunt Bauman.

Tejer confianzas sinceras y genuinas con agilidad es una llave que nos abre a la posibilidad de conseguir nuestros objetivos: resultados cuantitativos, bienestar personal, y salud física y mental. Liderarnos y liderar a los demás desde el amor constituye una poderosa herramienta.

"La confianza se crea cuando alguien se muestra vulnerable y no se saca provecho de ello." Bob Vanourek 

Manuela Rama; coach, experta en cambio organizacional y
facilitadora en Escuela Europea de Coaching

Para seguir leyendo más de Coaching Ejecutivo: https://www.escuelacoaching.com/blog-coaching/


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